Home / Area / DOCTRINA EN DOS PÁGINAS Diario Penal Nro. 227 – 15.03.2019


DOCTRINA EN DOS PÁGINAS

“Las subculturas del delito” (Parte III)

Por Milagros Lujan García Fernández

Las teorías subculturales y la subcultura criminal

La cultura es el conjunto de costumbres, códigos morales y jurídicos de conducta, creencias y prejuicios, que las personas de una comunidad comparten y aprenden en la participación social.[1]

En cambio la contracultura, contiene disvalores que pueden reemplazar a los valores de una cultura, tienen la capacidad de hacerlo.[2]

Las teorías subculturales, son un sistema social con valores propios, que se expresa también con normas y símbolos originales. En general, las subculturas están en una posición de enfrentamiento con la cultura predominante, pero también pueden tener amplias coincidencias con ella. [3]Cohén es el representante más notorio de esta explicación, que sostenía que los valores de la clase media son siempre los dominantes.[4] La diferencia que presentan éstas con las contraculturas es que si bien existen disvalores, no tiene la capacidad de reemplazar la cultura. Ser parte de la cultura más amplia supone compartir con ella ciertos valores relativo a los fines o medios de la comunidad. Cuando la subcultura difiere solamente pero no choca, representa una desviación tolerada, ya que las culturas pueden tolerar otros valores que no causen conflictos de desintegración y la misma subcultura también puede tolerar ciertos valores diferentes a su sistema en post de no verse amenazada su existencia ni la de sus ideólogos. Sin embargo, todo cambia cuando una subcultura valora o excusa conductas que para la sociedad son delictivas, se está frente a una subcultura criminal. Su nacimiento tiene origen en la frustración de jóvenes adolecentes de clase baja que no puede adquirir el estatus económico que establece cultura dominante, lo cual trae como consecuencia la ausencia de oportunidades legitimas de éxito. Muchos de estos individuos que fueron rechazados por la sociedad, buscan en una subcultura criminal un sentimiento de pertenencia y seguridad. Una vez que ingresan, comienza el proceso de sociabilización en donde el individuo aprende los códigos de comportamiento, de vestimenta, de habla, los objetivos buscados, a cambio de protección, de una familia, y de un sentimiento de pertenencia. Otro factor determinante en la subcultura criminal es el barrio o vecindario el cual comprende dos elementos: por un lado, una organización piramidal por edades, donde los mayores dirigen, controlan, enseñan y entrenan a los menores y por otro lado, una conexión y convivencia del mundo criminal con el mundo convencional.[5]

La teoría de la subcultura criminal ya se podía encontrar en los trabajos de Sutherland, pero su mayor representante fue Albert Cohen.

Albert Cohen (1895-1981)

Todo el desarrollo de su teoría sobre las subculturas nació de la proposición de que ““toda acción es el resultado de continuados esfuerzos para solucionar problemas de adaptación”[6]. Según Cohen la mayoría de los problemas de adaptación se solucionan de forma normal, pero hay algunos casos en donde las personas eligen soluciones desviadas. El “por qué” de esa elección lo podemos encontrar en los “grupos de referencia” que tienen a su alrededor. Los individuos seleccionan en un primer momento las soluciones que mas son compatibles con las expectativas de sus grupos de referencia, pero cuando estas soluciones no son adecuadas, van en busca de otros grupos cuya cultura les proporcione una respuesta más adecuada. Por lo tanto, la subcultura nace cuando hay un grupo de personas con problemáticas de adaptación para los cuales no existen soluciones institucionalizadas, ni tampoco grupos de referencia alternativos que les propongan respuestas. Entonces, es probable que si por las circunstancias dichos individuos se acaban por encontrarse y unirse, den origen a una nueva subcultura que solucione sus problemas de adaptación social..

Cohen en sus trabajos parte del hecho de que el sistema de valores y de normas de la clase media es relevante y dominante en una sociedad. Este mismo sistema es el que rige para aquellas clases que son menos pudientes que intentan acceder a las mismas metas de la clase media pero con una desventaja, ya que no poseen los mismos medios económicos, educativos, culturales y tradicionales para alcanzar dichas metas. Debido a esa diferencia entre las distintas clases en la sociedad, se produce un problema de adecuación entre las aspiraciones de los jóvenes que según Cohen les provoca una situación de tensión y preocupación en sus vidas, lo que el denomina un “estado de frustración”. Al no tener posibilidades reales para integrarse a ese sistema de valores y normas de la clase social dominante, buscan resolver sus problemas uniéndose a un grupo subculturalmente establecido, en que el recibirán reconocimiento y apoyo entre sus miembros. Estos grupos crean su propia cultura, alejada de la socialmente aceptada, y en la que resulta más fácil su supervivencia. Por lo tanto es la naturaleza de nuestra cultura lo que favorece la formación de las subculturas delincuentes[7].

En su obra Delincuentes juveniles: la cultura de las pandillas en 1955, Cohen verificó la existencia de subculturas criminales en las bandas de delincuentes juveniles. Entendía por medio de estas bandas a los grupos organizados por jóvenes que se reúnen con frecuencia, que disponen una jerarquía grupal, con distintos criterios de admisión. La subcultura criminal de estos grupos, es un sistema de creencias y valores que surgen del contacto social que tienen con otros jóvenes que se encuentran en la misma situación y que resuelven por su intermedio los problemas de adaptación producto de la sociedad dominante.

Cohen intenta de fusionar la teoría de la anomia[8] elaborada por Merton, y la teoría de los contactos diferenciales[9]. Entendía que por separado no podían explicar a las bandas criminales pero juntas si tiene la capacidad explicativa: la presión social explica el bloqueo de la satisfacción de los individuos mientras que la asociación con otros en la misma situación explica cómo se soluciona dicho bloqueo. En su obra, identifica cinco notas características de la delincuencia de grupos de clase social baja. Juntas comprenden o integran la subcultura de la delincuencia:

  1. No utilitaria o gratuita: significa una delincuencia cuyos hechos no persiguen un beneficio económico o un ánimo de lucro determinado, sino que en la mayoría de los casos persigue otros objetivos que les permite alcanzar gloria o realizar proezas, lo que les otorga una profunda satisfacción.
  2. Maliciosa: la mayor parte de la actividad delincuente de las bandas es “just plain mean”. Su único propósito es causar daño y problemas a la gente, conseguir que su vida resulte infeliz, incomoda y desagradable. Los actos de vandalismo son buenos ejemplos.
  3. Negativa: la subcultura delincuente no tiene unos valores y unas reglas diferentes de las normas que rigen para la gente “respetable”, sino que se produce una situación en la que se da una “polaridad negativa” con las normas de la clase media. Esto es, la subcultura delincuente toma las normas de la cultura circundante, pero las invierte, convirtiendo en justo para ellos, lo que resulta injusto para las normas de la cultura circundante.
  4. Hedonismo inmediato: tienen poco interés en metas a largo plazo, en planificar actividades y en desarrollar actividades que únicamente se puedan adquirir mediante la práctica, la deliberación y el estudio. La subcultura delincuente busca una gratificación inmediata[10]. Son jóvenes impacientes, impetuosos y actúan por diversión teniendo poco en cuenta las ganancias remotas y los costes.
  5. Autonomía: los miembros de la subcultura delincuente se oponen a toda restricción o control de su comportamiento excepto cuando este se debe a una imposición informal por otros compañeros de su mismo grupo. Ellos desafían, desobedecen o ignoran la autoridad ejercida por los padres, profesores y otros agentes de control social. La subcultura delincuente proporciona a sus integrantes un propósito, una forma de vida, que demanda lealtad, reciprocidad y colaboración mutua, subordinando los deseos o aspiraciones personales a las demandas y prioridades del grupo.

Al desarrollar su teoría, ponía énfasis en el papel de la escuela. Su objeto de estudio eran aquellos jóvenes de clase baja que se encantaban tensionados por la diferencia de condiciones que ellos tenían en comparación a la clase media. Según su teoría: Muchos jóvenes de clase baja (especialmente varones) obtenían malos resultados en la escuela, el rendimiento escolar tiene una relación directa con la delincuencia, el mal rendimiento escolar es el resultado de un conflicto entre los valores dominantes de la clase media que predominan en la escuela y los valores de los jóvenes de clase baja, los delincuentes juveniles de clase baja buscan cesar su frustración manteniendo valores antisociales. [11]

En síntesis, la propuesta de Cohen radica en que la condición social pone dificultades para acceder al éxito económico y los jóvenes de clase baja sienten esa presión y frustración. Por lo tanto tiene tres soluciones un joven inadaptado: incorporarse al ámbito cultural de los jóvenes de clase media, aunque suponga competir en inferioridad de condiciones, integrarse en la cultura de otros jóvenes de la calle, renunciando a sus aspiraciones o integrarse en una subcultura delincuente.

David Matza (1930) y Gresham Sykes (1922-2010)

La discrepancia entre las normas de la subcultura (manifestada por Cohen) y las dominantes para la sociedad, como así también la teoría de la asociación diferencia (de Sutherland) se intentan explicar mediante la teoría de la neutralización elaborada por estos dos autores. Entendían que la teoría del aprendizaje social era muy simplista y determinante, ya que presentan a los adolecentes como delincuentes o no, cuando la realidad señala que los delincuentes juveniles no son diferentes a los demás.

Según Matza, la subcultura criminal no tiene un sistema de valores opuestos a los de la cultura dominante, sino que se ampara en ella. Tras un análisis exhaustivo de todos aquellos delincuentes condenados por delitos, afirma que éstos efectivamente reconocen los valores generales, admiran a todas aquellas personas que respetan la ley y distinguen entre lo correcto y lo incorrecto. Empero, continúan con esos comportamientos ya que además de aprender tales valores, aprenden “técnicas de neutralización”. Estas son formas de justificación del comportamiento, que son validas para los jóvenes pero no para el sistema jurídico. Mediante ellas se resuelve el conflicto entre normas y valores por un lado y las motivaciones individuales por el otro.[12]

Sykes y Matza clasifican las excusas y justificaciones que sirven a esta función de liberación o expiación moral en cinco tipos, formando en conjunto lo que denominan “técnicas de neutralización”

  1. Negación de responsabilidad: los delincuentes apelan a una serie de razones como el alcohol, las malas compañías, etc., para eludir su responsabilidad. Cometen sus delitos por causas externas.
  2. Negación del daño: los delincuentes esgrimen que nada ni nadie resultó herido por su acción. Son delitos que no tienen una víctima concreta, sino que puede serlo cualquiera, como en el caso de la venta de drogas, prostitución, juego ilegal, etc.
  3. Negación de la víctima: se da este supuesto cuando el delincuente comete una acción delictiva contra una víctima por la que tiene resentimiento al sentirse, a su vez, víctima de la situación. Esta técnica suele ser utilizada para racionalizar crímenes cometidos por odio o venganza y violencia contra minorías raciales.
  4. Condena de los denunciantes: “los delincuentes cambian el foco de atención de sus propios actos desviados a los motivos y comportamientos de quienes desaprueban sus violaciones”. En este caso los delincuentes rechazan toda autoridad sobre ellos, por parte de los padres, policías y jueces, a los que acusan de corruptos que no merecen ningún respeto.
  5. Apelar a grandes lealtades: muchos delincuentes juveniles esgrimen que la lealtad a sus amigos, su banda o su grupo, se encuentra por encima de cualquier demanda social. Los controles sociales internos y externos pueden ser neutralizados sacrificando las demandas del grueso de la sociedad por las demandas de pequeños grupos a los que pertenecen los delincuentes.[13] Es mediante el aprendizaje de estas técnicas que el joven llega a ser delincuente.

[1] Anitua, Gabriel Ignacio, Historias de los pensamientos criminológicos, Ed. Editores del Puerto, 2da. Reimpresión, Buenos Aires, 2010, página 306

[2] Anzit Guerrero, Ramiro; Benavídez Sergio Alejandro; Destéfano E. Leandro  “Las subculturas del delito en la Argentina”, Ed. Editor, Buenos Aires, 2015, página 43

[3] Estudió diversas bandas de delincuentes juveniles, y creyó advertir que sus integrantes se cohesionaban por valores y creencias propios, que se generan por el trato entre jóvenes que están en situación similar. La subcultura según él, solucionaba problemas de adaptación que no resuelve ¡a cultura dominante

[4] , C.A, “Manual básico de criminología”, Ed. Eudeba, Buenos Aires, 2007, página 85

[5] Anzit Guerrero, Ramiro; Benavídez Sergio Alejandro; Destéfano E. Leandro  “Las subculturas del delito en la Argentina”, Ed. Editor, Buenos Aires, 2015, página 44

[6] Citado por DAVID, Pedro R.: Sociología Criminal Juvenil, 5ª ed. Depalma, Buenos Aires, 1979, pág. 56.

[7] Gonzales, Vázquez Carlos “Teorías criminológicas sobre delincuencia juvenil” Ed. Uned, Madrid ,pág. 18

[8] Explica que las subculturas surgen entre los jóvenes de la clase obrera que no encuentran respuesta para su frustración dentro de la cultura predominante que enfatiza el éxito económico.

[9] Explica el proceso de influencia cultura del grupo sobre el individuo que permite que unos y otros valores el acto desvalorado por la cultura general.

[10] Esta búsqueda de la gratificación inmediata es la respuesta que ofrece Cohen para explicar la delincuencia juvenil de clase media. Según él, la juventud de clase media se orienta hacia lo que se denomina “cultura de la juventud”, que se caracteriza por la búsqueda de placeres, satisfacciones y emancipación del control de los adultos.

[11] Vázquez Carlos “Teorías criminológicas sobre delincuencia juvenil” Ed. Uned, Madrid ,pág. 18

[12] Anzit Guerrero, Ramiro; Benavídez Sergio Alejandro; Destéfano E. Leandro  “Las subculturas del delito en la Argentina”, Ed. Editor, Buenos Aires, 2015, página 35

[13] Vázquez Carlos “Teorías criminológicas sobre delincuencia juvenil” Ed. Uned, Madrid ,pág. 22

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