Home / Area / DOCTRINA EN DOS PÁGINAS Diario DPI Suplemento Derecho y Tecnologías Nro 41 – 01.11.2017


DOCTRINA EN DOS PÁGINAS

¿Reemplazará la inteligencia artificial a los jueces?

Por Felipe Muñoz Levasier*

Recorriendo viejas librerías encontré un libro de ciencia ficción de los años 70 que llamó mi atención. Se denominaba: “Juzgar por Computadoras” y sostenía una idea que, para dichos años, parecía descabellada. En el futuro los jueces no existirían, aplicar el derecho sería una operación matemática realizada por maquinas, una combinación de ceros y unos de un código binario. Así las cosas, dicha computadora era alimentada con los datos de la causa para que saliera el resultado previsto por el legislador. Los abogados y jueces serían simples vestigios de un pasado remoto. ¿Sólo un libro de ciencia ficción?.

En trabajos simples, peligrosos o bien rutinarias los avances ya son elocuentes en dicho sentido. Se calcula, por ejemplo, que para el año 2050 el 51% de los trabajos podrán ser automatizados[1]. En EEUU se podrán perder hasta un 46%, en China un 51%, en Japón un 56%; en el caso de Chile se calcula en 3.2 millones los que pueden ser remplazados dentro de los próximos 40 años y en Argentina, por su parte, un 65% corren el riesgo de serlo en un futuro[2]. La OIT también manifestó su temor, el cambio tecnológico podría reemplazar derechamente la mano de obra[3].

En el mercado jurídico, la inteligencia artificial ya es capaz de realizar ciertos trabajos que actualmente hacen los abogados[4], pero ¿qué ocurre con la labor judicial?.

En Nueva York, por ejemplo, se realizó un experimento en materia criminal con más de 100.000 casos para evaluar el aprendizaje automático de un algoritmo. La idea era analizar si éste es más eficiente en predecir el comportamiento de un imputado durante la tramitación de una causa penal versus la decisión de un juez real.

Pues bien, los resultados arrojaron que fue capaz de reducir en un 18% los crímenes cometidos por sujetos en libertad condicional, manteniendo la tasa de libertad constante. Si los delitos se mantenían en igual número, también resultó más certero en seleccionar a aquellos imputados que efectivamente debían estar privados de libertad, reduciendo en un 24.5% los acusados encarcelados. En resumidas cuentas, el algoritmo resultó más eficiente en predecir el comportamiento de los acusados en libertad.

También se perfeccionan modelos estadísticos, los cuales han pronosticado correctamente el resultado del 71% de los juicios fallados por la Corte Suprema en EEUU[5]. Con el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha ocurrido algo similar. Se aplicó también un algoritmo analizando 600 casos, el cual logró predecir correctamente la decisión de la Corte en un 79% de los casos[6].

 En consecuencia, la inteligencia artificial ya tiene el potencial de predecir y solucionar problemas de manera bastante precisa, y más económica, que los seres humanos.

No obstante lo anterior, los magistrados pueden respirar con relativa calma, ningún sistema de los expuestos ha sido creado –por lo menos expresamente- para reemplazarlos, sólo como sistemas de apoyo en la toma de decisiones.

Las razones son varias, a saber aún presentan deficiencias al interpretar el lenguaje jurídico dado la vaguedad, ambigüedad y textura abierta que presenta el derecho –conceptos como buen padre de familia o buenas costumbres- son claros ejemplos de ello. Por otra parte, tampoco es satisfactorio su funcionamiento ante normas ambiguas, contradictorias y ante lagunas legales.

Tampoco distingue claramente entre la aplicación que corresponde realizar de las reglas jurídicas, por una parte, y los principios, por la otra. De similar forma, tienen problemas ante casos pragmáticamente difíciles por razones externas al derecho, por ejemplo de trascendencia económica, política o bien social; igualmente en casos moralmente difíciles, es decir aquellos en los cuales la respuesta jurídica correcta es injusta[7].

  No obstante lo anterior, los ensayos continúan, los sistemas se perfeccionan y potencian, pues bien ¿reemplazara la inteligencia artificial a los jueces en un futuro?.

            Es una pregunta abierta y su respuesta incierta, los argumentos económicos abundan entre los defensores de dichos ingenios, los criterios de eficacia y eficiencia se repiten en gran número de economistas, ingenieros e informáticos, pero ¿dichas razones son suficientes para justificar un cambio de tal envergadura?.

Un par de interrogantes, entre muchas otras, pueden ilustrar el problema: ¿confiarán las personas en los Tribunales si tras cada fallo existe una maquina cuya programación y parámetros no sabemos quién establece o manipula?.

¿Qué pasará con los equilibrios de poder entre los órganos que integran el Estado?. El Poder judicial, desde la época de Montesquieu, es un órgano que sirve de control y equilibrio en un sistema reciproco de frenos y contrapesos. Si este desaparece, ¿quién tomará la primacía?.

Por otra parte, ¿estamos dispuestos a que un algoritmo sin vida decida por nosotros, nos imponga formas de actuar, penas que sufrir?, ¿le entregaremos la suerte de nuestro patrimonio, libertad u honra a las decisiones de una maquina?.

Sin duda estamos ante el amanecer de la inteligencia artificial, esperemos que no sea el ocaso de los jueces.

[*] Abogado. Magister en Derecho.Docente Derecho Procesal, Universidad San Sebastían. Concepción, Chile. Miembro Instituto Chileno de Derecho Procesal.

[1] http://www.mckinsey.com/global-themes/digital-disruption/harnessing-automation-for-a-future-that-works 08-09-2017

[2]http://documents.worldbank.org/curated/en/658821468186546535/pdf/102724-WDR-WDR2016Overview-SPANISH-WebResBox-394840B-OUO-9.pdf, 04-10-2017

[3]Al respecto véase: “La Iniciativa del centenario relativa al futuro del trabajo” en http://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/—dgreports/dcomm/documents/publication/wcms_543154.pdf

[4] Desde hace un tiempo IBM viene perfeccionando a Ross, un asistente legal basado en Watson, un sistema informático de inteligencia artificial capaz de responder preguntas legales complejas realizadas de manera oral por un cliente. Posee una capacidad gigantesca de procesar bases de datos –una versión de él puede hacerlo hasta con un millón de libros por segundo,- analiza un caso generando conclusiones que puedan ser usadas para elaborar respuestas concretas, citando las leyes aplicables, se autocorrige, detecta patrones, predecir los resultados más probables en un escenario hipotético, procesa lenguaje jurídico, sortea argumentos lógicos y elabora contratos con las cláusulas más convenientes.

[5] https://nber.org/papers/w23180 27-09-2017

[6] Se debe tener presente que el sistema sólo actualmente en Ingles y que los casos analizados solo se refieren a ciertas materias, como es el debido proceso, derecho a la privacidad y la prohibición de la tortura y tratos degradantes.

[7] Al respecto véase Fernández Hernández C y Boulat F, “Inteligencia Artificial y Derecho. Problemas y Perspectivas” en noticias.juridicas.com

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