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Una homeless le torció el brazo a la ciudad de Washington y obtuvo 100 mil dólares

Cientos de personas que pululan a diario por una de las esquina cercanas a la Casa Blanca en esta ciudad celebraron ayer una victoria casi imposible contra la burocracia: la de una mendiga, habitante de esa esquina, que acaba de ganar un reclamo por cien mil dólares a la administración pública.

Hace años que Wanda Witter vive en la esquina de las calles G y 13, a apenas cuatro cuadras de la Casa Blanca. Y a pocos metros del National Press Building, el edificio de oficinas donde operan numerosos periodistas y corresponsales extranjeros. Muchos de ellos la conocían personalmente.

Todas las tardes, cuando cerraba la elegante cafetería que allí funciona, la vagabunda mujer montaba su tienda de cartón y acomodaba las valijas que arrastraba en un carrito. Muchas veces disputaba el espacio a empujón limpio con otros “homeless”.

Lo que nadie sabia es que dentro de una de las valijas, prolijamente acomodados, iban los expedientes de su larga batalla contra la Seguridad Social por un reclamo de ayuda al desempleo. No se lo dieron. La tildaron de loca. La ignoraron.

Ella se mantuvo firme y aunque se moría de hambre, hizo un acto heroico para su situación: devolvía los cheques por 300 dólares que la administración social le hacía llegar cuando aún tenía un domicilio postal. Ella sabía que el importe no era correcto. Y, aunque cada vez más acorralada, siguió batallando. Enviando cartas y llamando al teléfono gratuito de atención al cliente.

Nadie le prestó mucha atención. La derivaban a “asistencia al enfermo mental”. Su suerte cambió cuando una asistente social, Julie Turner, se interesó por ella. Repasó pacientemente la documentación y vio dos cosas: que la mujer no estaba loca y que su reclamo podía tener algo de sustento.

Hoy, la batalla está ganada. Tras años de vivir en la calle reside por primera vez bajo un techo y paga por su alquiler. La administración le reconoció la deuda. La historia salió en The Washington Post, cuyos periodistas celebran, junto con muchos otros, una pequeña historia de éxito ciudadano en la ciudad del poder.

La estimación oficial es que en Washington viven cerca de 3600 personas sin hogar. Muchos de ellos, homeless que aparecen por las noches con sus carpas de cartón y los instalan al pie de escalinatas cubiertas de mármol. Tras ganar a pura determinación su propia batalla contra la burocracia, Wanda Witter, la ex habitante de la esquina de la calle 13 con la G, hoy ya no está entre ellos.

Fuente: Diario “La Nación”, http://bit.ly/2bzXD1y