Home / Area / DOCTRINA EN DOS PÁGINAS Diario DPI Suplemento Salud Nro 24 – 29.02.2016


DOCTRINA EN DOS PÁGINAS

De Amiana a Minamata, los caminos del mercurio. III Parte

Por Liliana Cori y Lilian Corra

Minamata queda como una historia emblemática de las consecuencias de la falta de reconocimiento de la toxicidad de los contaminantes ambientales y la lentitud en el proceso de toma de decisiones e implementación de acciones efectivas para proteger de la exposición nociva en los momentos mas vulnerables (desde la concepción).

A partir de1908 enMinamata se produjo primerofertilizantesy a partir de 1930 acetaldehído utilizando un catalizador de mercurio.Las aguas residuales contaminadas con metilmercuriosearrojaban almar deShiranui.El trabajocontinuóen ausencia demedicionesambientales y sin cambios hasta finales de la década del 60.

En 1953 se produjeron las primeras evidencias de la enfermedad que afectaba a la población causada por el consumo de pescado contaminado con metilmercurio. En mayo de 1956, Hajime Hosokawa, un médico en un hospital de la Shin Nichitsu, informó oficialmente la aparición de una “epidemia de una enfermedad desconocida del sistema nervioso central”, lo que marca el descubrimiento oficial de la enfermedad de Minamata.

La enfermedad se definió por ataxia, diasartria , reducción del campo visual y auditivo, trastornos neurológicos motores,  sensoriales  y otros de mayor o menor gravedad en función de la extensión de la exposición,algunas lesiones son incompatibles con la vida. hasta daño letal. Además la exposición desde la concepción produce malformaciones congénitas graves.

Fue crucial fue la visita en 1958 del neurólogo británico Douglas McAlpine que deteermino que los síntomas de la enfermedad de Minamata replicaban los ya descritos para la exposición al mercurio orgánico.

No obstante la definición del cuadro clínico y su posible origen, aun transcurrieron varios años para determinar la causalidad.En 1963, los médicos de la Universidad de Kumamoto concluyeron que la enfermedad de Minamata se debía a la exposición al mercurio emitido por la empresa Shin Nihon Chisso Hiryo. En 1965, la compañía cambió su nombre a Chisso Corporation.

Ni el Estado ni la empresa tomaron medidas para proteger a la población y evitar el desastre incluso luego de detectarse las importantes consecuencias dela contaminación. Paso mas de una década donde la empresa continuo con el derrame toxico y recién en mayo de 1968 Chisso finalmente detuvo el uso del catalizador de mercurio en la producción de acetaldehído.

En 1969, los pacientes comenzaron a demandar una indemnización a  la empresa y aún hoy algunos de ellos continúan en conflicto.

Las cifrasdecompensaciónson infravaloradas en relación con la gravedad de los efectos sobre la salud, el deterioro de la calidad de vida y las consecuencias sobre la productividad de la población, además de los gastos en tratamientos médicos que se pesan todavía hoy día sobre esta comunidad. Todo esto sin tomar en cuenta las posibles consecuencia a largo plazo y sobre las próximas generaciones.

Según cálculos recientes, laspersonas afectadasen diverso gradopor la enfermedadpodríanser al menos12.000,  hay consenso de que existe un sub-registro de los casos acorde a las asociaciones de la comunidad locales (Yorifujietal., 2010). Solo un grupo menorhabrían solicitadolaasistencia sanitaria gratuitaofrecida por el Estado. Gran parte han ya fallecido debido al compromiso de la salud derivado de la intoxicación.

La intoxicación no se ha circunscripto a Minamata. En 1965 se confirmaron cerca de 700 casos con síntomas similares a los de Minamata en la prefectura de Niigata, Japón, causada por la contaminación por mercurio del río Agano cuyo fuente era la producción de acetaldehído por la Compañía Eléctrica de Showa.

Más recientemente, en 1972, se ha conocido otro caso de intoxicación masiva en Irakpor consumode trigo contaminado con fungicidas mercuriales (Rustam y Hamdy, 1974). Se estiman en cerca de 7.000 (6.530 enfermos y 459 muertos)los afectados por este envenenamiento.

Es importante mantener la memoria fresca de estas tristes historias de errores de la humanidad para comprender en profundidad la gravedad del tema y no repetir los errores que tienen estas consecuencias dramáticas y tan caras en vidas humanas.

Hay muchos elementos útiles a este respecto. No quedan dudas sobre la enorme responsabilidad que tiene el estado, las consecuencias quedan escritasde manera indelebleen la historia de estas comunidades. Los científicos y profesionales se deben llamar a una importante reflexión sobre la atención que debenprestar a estos temas.

Hoy existe suficiente conocimiento sobre los contaminantes ambientales, los mecanismos, fuentes, vías de exposición y especial vulnerabilidad desde el momento de la concepción. Las consecuencias son irreversibles pero evitables. Una vez que hay sospecha científica no se debe demorar las acciones de protección de la población. Las consecuencias en vidas, productividad y el golpe afectivo en las familias es enorme y no se puede dar la espalda.

La falta de toma de acción en tiempo y forma ha jugado un papel negativo en la en la protección de la poblacion en la década del ’50.

Hoy no se duda que el mercurio dañade manera importante el desarrollo cerebral, aun cuando este presente en cantidades mínimas. La intoxicación masiva y sus consecuencias en desarrollo neurológico observadas en 1952, no fueron suficiente para la rápida toma de acción internacional. Hoy mas de 50 años después se reconoce la vulnerabilidad embriofetal en las evaluaciones de riesgos y no se duda ni se subestima de la toxicidad del metilmercurio, como se claramente informa recientemente en un reporte producido por el Prof. Philipe Grandjean (2010).

El Convenio de Minamata representa una importante iniciativa de reconocimiento internacional y político,por un lado apunta a reducir las fuentes y emisiones y por otra a erradicar los riesgos de exposición a mercurio. Apunta fundamentalmente a proteger el ambiente y salud. Es una reflexión epistemológica sobre las consecuencias de las fallas en el proceso de toma de decisión y sus terribles consecuencias.

Este convenio además termina de consolidar el matrimonio entre las áreas de salud y ambiente. Nunca mejor expresado en las palabras que pronuncio María Neira, Directora de Salud Publica y Ambiente de la Organización Mundial de la Salud en la ceremonia de cierre de la firma del Convenio en Japón, que dijo “Este es un convenio de salud pública”.

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