La semana pasada se presentó el libro de editorial Astrea “Derecho administrativo en Transición”, del doctor Juan G. Corvalán, con la presencia de los catedráticos doctora María Angélica Gelli (especialista en Derecho Constitucional), doctor Juan Carlos Cassagne (especialista en Derecho Administrativo); Juan Pablo Alonso (Filosofía del Derecho) y Alberto Bianchi, ante un auditorio colmado de docentes, magistrados y público en general.
La presentación fue inaugurada por la doctora Gelli, quien se refirió a la obra como “una obra desafiante para quien enfrenta el Derecho con mente abierta; un libro que despertará polémicas y discusiones”. Para Gelli, “Corvalán asume la escritura con una doble responsabilidad: refleionar sobre una cuestión y analizar la responsabilidad del juicio prudencial; que es aquello que debe hacer un magistrado a la hora de resolver especialmente sobre los Derechos económicos y sociales”. En su exposición, refirió que no solo hay un “Derecho en transición, sino también una judicatura en transición” y que uno de los núcleos de la obra es la posibilidad de discutir esa doble tensión que atañe al Poder Judicial. “Por un lado -explicaba Gelli-, la deferencia al poder de la Administración; por el otro, una judicatura que en ocasiones parece querer sustituir al poder político. Este libro se enfoca en el núcleo del problema: cómo delimitar lo que puede y no puede, debe y no debe hacer la administración; pero la gran fortaleza reside en proponer instrumentos para que el PJ pueda ejercer su rol sin exceder su parte. En ese sentido, el libro propone elementos para dejar de lado el ideario individual y la búsqueda de equilibrio en aquella doble tensión”.
El libro, según la catedrática “discute también el concepto de que todo es controlable, al preguntarse cómo, de qué forma, en qué quicio y de acuerdo con qué normas”. El término “transición” implica también discutir conceptos arraigados como el principio de la división de poderes (que “se flexibiliza”), cómo la constitucionalidad rima sobre la legalidad, y cómo la soberanía, la acción del Estado en el orden interno, debe justificarse (“Las acciones del Estado deben justificarse ante los ciudadanos siempre, incluso aquellas que no pueden ser controladas por el Poder Judicial”). De la obra se deducen, entoces, “una valoración del juicio prudencial, de la discusión sobre los límites del poder y del respeto por los Derechos del común”. “Aplicar la norma -cita Gelli- significa interpretarla; pero interpretarla implica primero haber elegido la norma”. Por lo tanto, el libro es también una guía “para aplicar el Derecho en el camino de la transición”, y constituye -merced a su investigación y al notable trabajo científico del autor- en una bibliografia insoslayable.
A su turno, el doctor Alonso se centró en las características afines de la obra con la Filosofía del Derecho. Para el profesor, “el objetivo del libro implica describir y analizar una transformación del Derecho”, y tiene como ejes principales “la descripción de cuáles son las herramientas metodológicas de la discusión; el margen admisible de discrecionalidad de la Administración, y, por lo tanto, el rol del Poder Judicial en el control de la Administración”.
“Lo más notable de la obra -explica Alonso- consiste en cómo Corvalán logra traducir con sencillez conceptos difíciles, diferencias que a veces parecen inextricables, como las diferencias a veces sutiles entre la discrecionalidad fuerte y débil o la diferencia entre reglas y principios. Es sobre todo en la ponderación de principios donde el libro encuentra una herramienta importante, así como en una definición notable del debate sobre la discrecionalidad, lo que lleva a una discrecionalidad débil en la Administración con un mayor control del Poder Judicial por poderación de principios”.
A la exposición de Alonso prosiguió la del doctor Cassagne, quien ponderó el enfoque sistémico de la obra porque, consideró, tal forma de acercarse al Derecho será “a partir de ahora absolutamente necesaria”. Advirtió que “no es un libro fácil”, pero que no debe pensarse como una obra sobre el Derecho administrativo exclusivamente sino que, por las miras de Corvalán “Es un aporte a la teoría general del Derecho, que desde su unicio fue un fenómeno generado por los administrativistas”.
Para Cassagne “en el libro es central el principio de dignidad de la ersona humana”, y que “cualquiera sea la tendencia del Derecho, deben basarse en la prevalencia de principios generales, lo que causa que pierda centralidad la Ley”. El doctor Cassagne se refirió al problema de la confianza legítima, y a la discusión respecto de que debe comprenderse “la flexibilización del principio de legalidad”. “Los jueces deben realizar un juicio de ponderación y mostrar siempre las razones de su decisión”, explicó en consonancia con lo expresado por Galli.
El doctor Bianchi, por su parte, elogió al autor como “una persona exrraordinaria, que ha llegado a la Magistratura muy joven; hay que ver la bibliografía del libro para comprender que es un estudioso del Derecho, alguien con enorme amor por el estudio”. Respecto del título de la obra, Bianchi reflexionó y dio un paso más allá “el Derecho siempre está en transición porque se trata de un producto cultural, y la cultura está constantemente en transición. Después de todo, el Derecho regula la realidad y la realidad es cambiante”.
Pero la obra mantiene la idea de que hay principios generales en el Derecho, grandes principios que van más allá de la propia evolución del Derecho. “La ecución podría ser Grandes principios más evolución, y el libro equilibra muy bien que hay principios fundamentales con los cambios que explerimenta el Derecho: de eso se trata la transición en nuestro tiempo”.
Tras las exposiciones, el autor, Doctor Juan Corvalán, agradeció a los asistentes y, después de algunas bromas, explicó que “la tarea de escribir es muy compleja; lleva mucho sacrificio. Uno deja mucho para hacerlo”. Pero que el deseo por escribir esta obra nació de la necesidad de “reconfigurar la forma en que nos relacionamos con el Derecho. No podemos seguir razonando el derecho administrativo como hace setenta años, sobre todo en esta época donde se desarrolla la revolución más grande de la Historia Humana. Eso es un desafío para la Administración Pública”.
Corvalán dice que “Para entender estas mutaciones -que implica construir sobre lo anterior- la Filosofía del Derecho no puede razonarse desde el pensamiento binario. Y no solo respecto del Derecho: nuestro cerebro riene que salir de ese mundo que le encanta, donde todo se resuelve en opciones binarias. Para este nuevo escenario, lo binario no solo es obsoleto, sino que a veces es directamente peor. El razonamiento multipolar implica razonar por matices. El mundo se vuelve complejo, por lo tanto es necesario que el cerebro se mueva de modo multipolar. Hay problemas que no pueden ser encasillados.” La tarea entonces, según Corvalán, consiste en “tratar de hacer cosas para que las cosas mejoren, siempre dar un poco más para que las cosas avancen y escribir el Derecho con sensibilidad social”.