La Policía Metropolitana procedió a la clausura de un casino clandestino que se encontraba funcionando en el interior de la Villa 31, allí había máquinas tragamonedas, mesas de pocker y también recibían apuestas hípicas y de Quiniela. La policía fue alertada a partir de la denuncia de varios vecinos, fue de ese modo que se inició la investigación. En ese sentido, logró descubrirse la existencia de un casino clandestino que funcionaba detrás de un kiosco, en horario nocturno. Asimismo se comprobó, mediante planillas y documentos varios, que en el lugar también se recibían jugadas de quiniela clandestina y apuestas a las carreras de caballos de los hipódromos oficiales, que eran visualizadas a través de la señal de cable hípico.
