Home / Area / DOCTRINA EN DOS PÁGINAS Diario Penal Nro. 225 -01.03.2019


DOCTRINA EN DOS PÁGINAS

“Las subculturas del delito” (Parte I)

Por Milagros Lujan García Fernández

Introducción

En el presente trabajo, le propongo al lector analizar lo que se denominó la “Escuela Clínica”, focalizando el eje en las llamadas “subculturas criminales”, y elaborando un breve análisis de sus autores más significativos como Sutherland, Cloward, Ohlin, Matza, Syke, Merton y Cohen.

Dentro de esta escuela surgen las Teorías del Proceso Social que buscan  dar respuesta a la criminalidad de las clases medias y altas. Un fenómeno que el paradigma positivista no pudo contestar, en donde ya no estamos frente a individuos de clases carenciadas, que poseen ciertas características diferenciales tienen necesidades a satisfacer y como consecuencia delinquen. Nos encontramos ante sujetos adinerados, que no tienen ninguna necesidad económica, que son profesionales, empresarios, universitarios, instruidos y será Sutherland quien podrá brindar una respuesta ante este interrogante, dando lugar a un nuevo paradigma.

Encontramos tres grupos de teorías dentro del control social: Las teorías del aprendizaje social, que luego la explicaré con más detenimiento, las teorías del control social y por último la teoría de la reacción social.

La teoría del aprendizaje social se inserta dentro de lo realizado por Sutherland y Christie. Estas teorías sostienen que los delitos son una conducta aprendida a partir de la interacción social en el contexto de grupos pequeños (subculturas delictivas); todo ellos realizado mediante un proceso socializador en el que se transmiten los elementos culturales propios de sectores criminales; incluye tanto las técnicas del crimen como la específica canalización de los motivos, impulsos, racionalización y actitudes[1].

Contexto histórico

Para poder comprender de una manera mejor a esta escuela, es necesario entender el con contexto social, histórico y económico en que se desarrolló.

Con la Escuela Clínica, ingresamos dentro de lo que se denominó la Criminología liberal y dentro de un contexto histórico diferente. Producto de la Gran Depresión Económica que tuvo su origen en los Estados Unidos y luego afecto al resto de las naciones  industrializadas, se produjo una transformación en el Estado con respecto a la economía, en donde comienza a asumir un rol protagónico en el control de la sociedad, a través del New Deal del presidente F.D.Roosevelt, inspirado en la teoría económica de Keynes[2].

Dicho autor analizó[3] la crisis de 1929 en donde mantuvo su enfoque en los dos millones de desocupados que radicaban en Inglaterra entre los años 1932-1933 y buscó brindar una respuesta a dicha causa y una forma para que no volviera a ocurrir. Su teoría se ocupa de todos los niveles de empleo y a los cambios del volumen del empleo con la producción de manera conjunta en el sistema económico, en contraste con la teoría económica clásica del momento que se limitaba solo al empleo total y se refería casi con exclusividad a la economía de la empresa e industria singular. Su idea se resumía de la siguiente manera: la producción que excede lo que uno consume, se denomina “inversión”. Ésta comprende actividades como fabricas, viviendas, ferrocarriles, y todo tipo de bienes que no sean consumidos con tanta rapidez como se producen, lo importante es brindar empleo[4] y poder adquisitivo al trabajador para que de esa manera pueda ingresar al mercado de trabajo. Postuló que la forma para lograr un aumento de los salarios, un aumento de demanda y un crecimiento económico, era mediante el intervencionismo estatal.

Por otra parte del mundo, en el mismo año, se produce la caída de la bolsa de Nueva York, ante esta situación el demócrata Roossevelt, ganando las elección el noviembre de 1932, se reunió con lo que se llamó el “brain trust[5], el cual era un equipo de políticos liberales y reformadores que tenían como inspiración las teorías del economista inglés Jhon Maynard Keynes. Para dicho agrupamiento, la crisis del 29 era el resultado de un exceso de producción y una insuficiencia de consumo. Como solución, crearon una nueva distribución de rentas, también llamada “New Deal”: un nuevo contrato social, el cual buscaba reducir la capacidad de producción mientras aumentaba el poder adquisitivo y donde el estado empezaba a intervenir en la economía, produciendo el traspaso del control de la economía en manos privadas a manos públicas, teniendo como defecto el aumento del déficit publico pero reconstruyendo la confianza en la sociedad norteamericana, evitando que se acepten los gobiernos totalitarios europeos.

Hubo tres medidas importantes que se tomaron dentro de este cambio de rumbo. Una fue de ellas fueron las medidas financieras, cuya finalidad era detener las quiebras bancarias mediante la concesión de créditos sobre títulos que otorgaba la reserva federal. Otra medida se genero en mayo de 1933, en donde se autorizó el pago de subvenciones federales a los distintos Estados para que éstos ayuden a los parados. Se empezaron a realizar grandes obras públicas en las regiones más atrasadas del país, orientadas a ofrecer posibilidades de un empleo futuro, un ejemplo fue es caso de Tennessee donde se crearon presas hidroeléctricas y sistemas de riego. Y por último se matizo la política de rentas y de producción.

En el año 1936, Roosevelt vuelve a ganar las urnas y dicta tres leyes importantes: Ley de reforma agraria, ley de reconstrucción industrial y la creación de ambiciosos programas de obras públicas. Para 1940, la situación había cambiado y, aunque no se recuperó la prosperidad total, lo cierto es que Roosevelt salvó el capitalismo americano mediante un estricto control estatal, produciéndose una ruptura entre la teoría sociológica y la praxis del Control Social en los EE.UU, que ahora tenía al Estado como principal protagonista

Del otro lado del mundo Stalin crea los planes quinquenales[6], la cual fue la mayor concentración material de la historia. Estos planes, fueron una serie de proyectos internaciones, elaborados por el Gosplan basándose en “La teoría de la fuerzas productivas” que buscaban la industrialización de la Unión Soviética, eliminar todos los elementos de capitalismo para poder romper con todas las clases de la URSS y de ese modo poder crear una sociedad socialista. Su tarea esencial consistía en poder pasar de una economía rural parcelada a una economía colectivizada. Otra finalidad, además de la económica, era crear en el país condiciones técnicas y económicas para aumentar la capacidad de defensa del país y permitirle poder organizar una respuesta vigorosa ante posibles ataques externos. Planificaban la economía cada cinco años, varios de ellos no se cumplieron en su totalidad en el período asignado, otros satisfactoriamente fueron completados, mientras que otros fracasaron y fueron abandonados, o debieron ser suspendidos por el inicio de la guerra.

[7]Durante esa misma época, la falta de reflejos de la burguesía europea fue lo que dio origen al nazismo y fascismo para salvaguardar el capitalismo que venía sufriendo golpe tras golpe. Eso trajo como consecuencia que en Europa se promueva la exclusión de los “otros” y a etiquetarlos de “enemigos”, en vez de buscar una inclusión y evitar lo que produciría años después en la Segunda Guerra Mundial.

Ahora bien, la criminología también comienza a estar comprometida, por un lado nos encontrábamos con la corriente sociológica funcionalista de Durkeim que posteriormente dará origen a la Escuela Social y a la Escuela Anómica y por otro camino la sociología empírica.

 

Paradigma Positivista

El término “positivismo” lo utilizó por primera vez un filosofo francés del siglo XX, Auguste Comte (1798-1857), pero ya algunos conceptos ya eran utilizados por filósofos como David Hume o Immanuel Kant. Fue una postura filosófica agnóstica que tuvo mucha influencia en el campo científico.[8] Este pensamiento generalizó la convicción industrialista  y capitalista del progreso lineal del saber humano, mediante ciencias a las que se entendía como religiones laicas capaces de explicar y prever todos los fenómenos de la vida. El positivismo a diferencia de la Escuela Clásica privilegiaba la “experiencia” como el único modo de conocimiento, rechazando nociones religiosas, morales, apriorísticas o conceptos abstractos, universales o absolutos, culminando en concentrar su estudio no en el delito en sí, sino en el delincuente.

El positivismo se expandió exitosamente como un pensamiento progresista y revolucionario, sacando al mundo del atraso, del oscurismo religioso o supersticioso. Dicho saber, buscó llegar a entender mas allá de las normas penales, el por qué de la conducta delictiva, y ya que no existía en aquel momento la psicología se buscó una respuesta en la exterioridad (fisionomía), o en los desordenes de conducta de carácter patológico para dar una explicación científica que sea susceptible de ser demostrada.

Para esta corriente, los individuos están destinados a cometer ilícitos, y ese “determinismo biológico” rompió con el paradigma del libre albedrio del Iluminismo. Se estudiaban teorías que analizaban el delito desde el punto de vista de las conductas individuales de las personas, concebían a la persona como una máquina que actuaba por reflejos y condiciones biológicas, en donde el resultado siempre era el mismo: las consecuencias de un delito empiezan y terminan en el sujeto, haciéndolo responsable de sus actos. Desde el punto de vista sociológico, lo que importa es el funcionamiento de los grupos sociales y la relación que ellos tienen con la norma, partiendo de la base que las motivaciones del hombre no son solo psíquicas sino que resultan de una vida de aprendizaje[9]. El hombre interioriza el respeto o no a la norma durante toda su vida, construyendo de esa manera su personalidad y justificando sus comportamientos, es en definitiva una cuestión de tiempo y del ámbito social en el que uno se rodea lo que lleva a una persona a infringir o no la norma legal. Por lo tanto, esa escuela no analiza al delincuente sino su circunstancia social, provocando un cambio en el paradigma positivista de este entonces.

Entre los representantes del modelo positivista, podemos encontrar a Cesare Lombroso (1835-1909), Enrico Ferri (1856-1929) y Rafaelle Garófalo (1851-1934).

El primero de ellos, nació en Verona en el seno de una familia judía acomodada. Estudió medicina en Pavía, Pádova y Viena especializándose en psiquiatría, fue un médico forense en instituciones públicas, como el ejército, cárceles, manicomios, la Universidad y donde aprovecho la posibilidad en dichos ambientes a conocer distintos casos individuales. Realizó una enorme cantidad de estudios y observaciones de pacientes, especialmente de carácter antropométrico, que ordenó y clasificó. El interés científico que poseía Lombroso por las cuestiones genéticas hereditarias o congénitas, que reiteradamente observada en delincuentes locos y alterados, lo llevo a la idea de que debería haber algún tipo de relación de carácter biológico entre la degeneración y los instintos perversos o destructivos de la persona. Siguiendo su línea de pensamiento, entendía que el delincuente poseía una tendencia malvada innata producto de su estructura física y psíquica. Pone su acento en los caracteres somáticos y biológicos del delincuente, y se convence de que el atavismo[10] y la degeneración se puede combinar, y que en cada delincuente se pueden detectar ciertas características distintivas: Relación de peso-altura, la capacidad craneana, la mirada extraviada, orejas grandes, asimetrías, labios leporinos, granos, etc. Para Lombroso el hombre delincuente era una suerte de subespecie dentro de la especie humana.

Lombroso expone sus observaciones y teorías en su libro “El hombre delincuente” en donde trata las tipologías de los delincuentes: natos, locos, pasionales, de ocasión, habituales, latentes. Sus teorías sobre estos grupos están colmadas de descripciones y subjetividades en las que mezcla, la biología con la moral, la fealdad con la perversión, la ignorancia con la brutalidad. Gran parte de sus calificaciones son las que se utilizan hoy en día en el lenguaje popular, como “idiota”, “imbécil”, “tarado”, “degenerado”, “perverso”, “mogólico”, equiparadas en general al carácter malvado y torpe de una persona primitiva.

Es incomprensible que un observador tan serio como él, actuara tan compulsivamente al momento en que hayo una deformación cerebral congénita en el cráneo de un famoso delincuente, a quien le practico una autopsia. Ese “hallazgo” le llevo al error de generalizarlo, atribuyéndole la razón de ser de la conducta delictiva. Se enredó en descripciones físicas caprichosas y superficiales probando que “la cara es el espejo del alma”, algo totalmente absurdo.[11]

Ferri, nació en San Bernardo, Mantua en 1856, era de origen humilde, carácter polémico y conflictivo, con el la criminología ingresa al siglo XX. Emprendió contra la escuela clásica[12] y contra el derecho penal liberal. Presento su tesis doctoral, en la que trató de demostrar que el libre albedrio era una ficción, un mito. Para Ferri el hombre era una maquina, condicionado por distintos factores, lo cual provocaba que el hombre no pudiese controlar sus actos y desencadenaría fatalmente en un delito. Las tesis de Ferri sobre la conducta delictiva que afirmaban que el hombre operaba automáticamente, que no suministra en sus actos nada más de lo que recibe del mundo físico y moral en el que se desarrolla. Por lo tanto el hombre está sujeto a una ley de causalidad, donde se combinan causas fisiológicas y psíquicas que hacen que el hombre responda de una manera determinada. En su “Ley de saturación criminal”, fórmula que en medio social determinado con condiciones individuales y psíquicas dadas, se cometen un cierto número de delitos, ni uno más ni uno menos. Es por ello que el nivel de criminalidad está determinado por año, según las condiciones del medio físico-social y según las tendencias congénitas e impulsos de los individuos.[13]

 

[1] Anzit Guerrero, Ramiro, Compendium Criminis, Criminología, Criminalística y Victimología, Ed. Lajouane, Buenos Aires, 2010, página 60-61.

[2] Anzit Guerrero, Ramiro, Compendium Criminis, Criminología, Criminalística y Victimología, Ed. Lajouane, Buenos Aires, 2010, página 60-61

[3] Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero de 1936.

[4] El empleo según Keyness, depende de la cantidad de inversión, si ésta disminuye se generaría la desocupación.

[5]  Muñoz Fernández, Víctor “El New Deal como solución a la crisis de 1929” https://redhistoria.com/el-new-deal-como-solucion-a-la-crisis-de-1929/

[6]“Los planes quinquenales de la URSS”, 13 marzo, 2014. https://urssplanesquinquenales.wordpress.com/2014/03/13/los-planes-quinquenales-de-la-urss/

[7] Anzit Guerrero, Ramiro; Benavídez Sergio Alejandro; Destéfano E. Leandro  “Las subculturas del delito en la Argentina”, Ed. Editor, Buenos Aires, 2015, página 18-19

[8] Elbert, C.A, “Manual básico de criminología”, Ed. Eudeba, Buenos Aires, 2007, página 48

[9] Anzit Guerrero, Ramiro; Benavídez Sergio Alejandro; Destéfano E. Leandro  “Las subculturas del delito en la Argentina”, Ed. Editor, Buenos Aires, 2015, página 21

[10] El delincuente era un salto atrás en la evolución humana, un hombre que no alcanzó la madurez en el desarrollo de su seno materno, un hombre primitivo. Una idea propagada por Darwin, quien creía que la exageración del desarrollo de una parte del cerebro conducía a la provocación de vicios y defectos.

[11] Elbert, C.A, “Manual básico de criminología”, Ed. Eudeba, Buenos Aires, 2007, página 49

[12] Su punto de ruptura contra la Escuela Clasica, radica que al negar el libre albedrio, el hombre es responsable de la totalidad de sus actos, y por lo tanto Ferri niega la inimputabilidad, todos son responsables, desde los locos hasta los niños.

[13] , C.A, “Manual básico de criminología”, Ed. Eudeba, Buenos Aires, 2007, página 50

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