Home / Area / DOCTRINA EN DOS PÁGINAS Diario Penal Nro 177 – 22.12.2017


DOCTRINA EN DOS PÁGINAS

Escrito con sangre (Parte II)

Por Guido Damián Cresta

Lo primero es observar que no había signos de violencia en los accesos a la casa. Esto indica que el autor ya estaría adentro y sabíamos que se había escuchado la voz de una mujer. ¿Ella sola podría manejar a este hombre de gran porte? No. Seguro no estaba sola. ¿Cómo hizo entonces? Gran desorden en el living, contrastando con la limpieza del baño y la cocina, posibles lugares donde el/los asesinos debieron limpiarse la sangre que los salpicó al producirle a la víctima serias heridas en la cabeza.

Ahora bien, sabiendo que entraron sin violencia y que el perro estaba dopado, no es difícil deducir que la mujer que estaba adentro primero lo puso a José en estado de indefensión, para franquear la entrada a su cómplice. ¿Cómo hizo? Leyendo las pericias del laboratorio químico, se encontró que tenía una alcoholemia alta, casi 2g/l. En su galpón se encontró una caja de vino. Ya en este estado, José quedó sentado en el living donde había estado mirando televisión. ¿Por qué esta afirmación? No solo porque era su costumbre, sino porque era el único artefacto eléctrico, exceptuando la heladera, que se encontraba enchufado, como él solía hacer. Otro detalle es que él dijo que iba a cenar pero no se encontraron restos en la heladera, ni en la basura. El control remoto se encontraba en el piso, con las pilas sueltas, que se le habrán caído de las manos bruscamente cuando lo agredieron. ¿Cómo podía una persona entrar a la casa sin que el perro ladrara? Todo estaba planeado. Primero adormecieron al can, para luego entrar sin problema. ¿Quién sería esa misteriosa mujer?

Toda la casa, hasta el galpón se encontraba desordenada, seguramente buscando el dinero que ahorraba pero no decía dónde guardaba, y lo hacía en distintos lugares, según sus hijas hasta dentro de sus zapatos.

La escena primaria había sido entonces el living. Sobre el futón en que se sentaba, faltaba un almohadón pero había una almohada, que habrán usado para reducirlo y llevarlo a la cama. Ya en el dormitorio podemos observar la escena.

Su cama muy cerca de una ventana, con un pequeño pasillo sobre su derecha, a la que no pudieron acceder los delincuentes, porque era muy estrecho y lo agredían por el lado opuesto. Recordemos este lugar, porque allí está la respuesta a nuestra incógnita. Este hombre enorme, yacía en la cama aún tendida, lo que sugiere que no había llegado a dormir. Su pierna izquierda pendía de la cama. Tenía graves heridas en la cabeza, perdió mucha sangre y siguiendo este rastro sobre el respaldo y las huellas de efracción en el mismo lugar dan cuenta que aún herido, trató de esquivar  los golpes que terminan en el respaldo de madera. Que son las huellas de efracción? cuños que deja un material más duro que el afectado, dejando a su paso la impronta del elemento utilizado y la dirección del golpe . Nunca se encontró el arma contuso cortante con que lo atacaron.  No queda duda alguna que trató de defenderse por estas marcas en la cama, que habrán producido mientras intentaba esquivarlas.

La autopsia indicaba que las heridas en la cabeza fueron vitales, luego, al notar que no había fallecido le colocan sus medias para tapar sus vías áreas y matarlo por asfixia. Esta es la secuencia. Ya muerto, y con una crueldad innecesaria, lo ahorcan con su corbata. Aquí presentaba líneas de apergaminamiento, que se producen a instantes de la muerte, cuando comienza a cesar la circulación. El ensañamiento y el haberlo tapado con una gran plancha de tergopol nos estaban señalando que se trataba de alguien conocido, que lo odiaba, pero que no quería verlo. Sin lugar a dudas el móvil era el robo. Un ladrón común, trata de robar y huir rápidamente, y si lo mata lo hace en forma rápida, sin planearlo.

José se había enamorado de esta mujer, y lo volvió vulnerable. Luego se supo le iba a comprar un departamento para vivir con ella. Confió y le abrió la puerta de su casa. La conoció, creyó que en forma casual, en la fila del banco para cobrar la jubilación. Como ya dijimos muy metódico, iba antes que abrieran y se sentaba en un pequeño banquito a esperar. Allí estaba la viuda negra seleccionando a su víctima. Trabó conversación con él, se mostró agradable y simpática, diciendo que iba a cobrar el haber de su madre. Era un buen partido. Tenía una casa grande, cobraba un haber interesante, teniendo en cuenta que trabajó durante 40 años en el mismo lugar y por ser diciembre, se había agregado a la jubilación suya y la pensión de su esposa, los aguinaldos. Un importe atractivo. La conoció en septiembre, luego los vecinos lo ven con ella y que entra a su casa. Había llegado el momento.

La Sra. Fiscal guarda en la caja de seguridad de la UFI, unos papeles que estaban en la casa del occiso. Allí advierte que había teléfonos anotados de una mujer, y otro porque había cambiado el número. Toma contacto con el entonces Comisario Inspector Julio Di Marco, y ambos haciendo gala de su profesionalismo siguen la hipótesis de esta mujer. Es así que comienzan las escuchas tres años después, y sin importar cuantos chips cambiara, el funcionario policial la ubicó. Su modus operandi seguía siendo el mismo. Sus víctimas eran jubilados, hombres o mujeres.

Mientras tanto trataba de dilucidar el enigma. ¿Quiénes fueron los autores? ¿Qué se puede observar en las fotografías además del desorden y la víctima? ¿Qué se puede sumar desde lo pericial o las declaraciones? ¿A qué hora ocurrió el hecho? Los peritos debemos ostentar pruebas no presunciones.

Las hijas de la víctima relataron que habían detenido a algunas mujeres del barrio, pero ellas no buscaban revancha sino justicia. Por eso iban descartando una a una. Buscaban una mujer que tuviera una cicatriz en el cuello, como ellas habían investigado.

Al ampliar una foto, pude observar una vela sobre una mesa de la cocina. Allí y en el baño limpiaron todo posible rastro. Averiguamos en la compañía de luz, efectivamente ese día, alrededor de las 20.45hs, se cortó el suministro eléctrico. O sea, estaban allí cuando se produjo el corte, y sabían dónde buscar este elemento para alumbrarse, mientras cometían el homicidio y buscaban el dinero. Mientras tanto se desató una gran tormenta, momento muy favorable para huir sin ser vistos. Esto implica que  la muerte es muy probable que se haya producido después de hablar con su hija, y escuchar su vecino los gritos de José. Alrededor de las 20.00hs, lo que concuerda con el estado en que se encontró el cuerpo.    Tenían 24 horas por delante para que su familia volviera a comunicarse con él. Después del crimen la mujer no volvió a verse por el barrio, ni por el banco, aduciendo que su madre había fallecido.

Resumiendo, fui a la sede de la Fiscalía donde me ofrecieron ver los efectos que retiraron de la casa escena del crimen, los papeles, y mirándolos descubro uno pequeño que estaba en la heladera. Decía: “Fabi vuelvo pronto, José”. Entonces la tal  Fabi tenía llaves. Bien pudo hacer otro juego para quien la acompañó en este delito. Por eso no había violencia en la entrada. También otros papeles donde este hombre describía hasta lo más insignificante que hacía durante el día. Esas grafías fueron muy útiles posteriormente.

Siguiendo con el dormitorio veo que la víctima yacía sobre una cama matrimonial con sendas mesas de luz a cada lado. Pero solo una, la de la derecha de la víctima, tenía una gran lámpara de bronce con tulipa de vidrio. Era un material con el que se podían producir heridas profundas, por el peso, y el vidrio la convertía en cortante, compatible además con las huellas de efracción. Las hijas aportan que esas lámparas databan de cuando sus padres se casaron y siempre estuvieron en el lugar. La del lado izquierdo no estaba, la que seguramente se llevaron para ocultar la prueba del delito que estaría impregnada en sangre y tal vez con cabellos de la víctima. También se encontraba el almohadón que faltaba en el living que habrán utilizado para atenuar sus gritos, y sus pies descalzos totalmente limpios, seguramente lo alzaron. Todo en total desorden. Pero lo más importante fueron las manchas de sangre, una en especial.

Las que salieron proyectadas hacia arriba indicaban la posición de su cabeza al ser golpeado. Me llamó la atención que estando decúbito dorsal hubiese mayor volumen de manchas hemáticas del lado derecho. Al observar las livideces cadavéricas se confirma que esa fue la posición final. Sobre las sábanas una mancha que solo se podía observar al ampliar la fotografía, también a la derecha. El brazo derecho extendido hasta el borde de la cama, el izquierdo flexionado sobre su cuerpo. Entonces puedo apreciar un detalle muy importante. La mano izquierda cianótica pero limpia y la izquierda, con el pulgar y el índice con sangre. Este hallazgo fue determinante para unirlo a otro indicio vital. En el pasillo que mencionamos, muy estrecho y pegado a la ventana, los delincuentes no estuvieron. Esto demuestra que el crimen perfecto no existe. Allí había una mancha de sangre que solo se indicó que pertenecía al occiso. La fotografía aumentada e invertida me llevó a detectar lo que parecían dos iniciales. ¿Cómo llegaron a ese lugar? Las hijas aseguraban que él no se dejaría matar sin defenderse o dejar un mensaje. Efectivamente. Este hombre agonizante, se inclinó hacia la derecha lo que explica las manchas más profusas, y utilizó como soporte el piso, como elemento escritor sus dedos ensangrentados y con su mano izquierda dejó las iniciales de su asesina. La misma F que se observaba en el papel de la heladera estaba inserta allí, y una P, coincidente con el apellido de la sospechosa. Fue detenida una madrugada, en su casa. Allí estaba su madre, la que ella dijo que estaba muerta, y en el allanamiento solicitado por la Fiscal y cumplimentado por policías a cargo del Comisario Inspector Di Marco, quiso esconder su celular pero tuvo que devolverlo. Tal vez el destino quiso que estando próxima a las fiestas navideñas a ella la encontrara detenida en un penal, dependiendo de lo que le decía su abogado defensor. Siempre tuvo la esperanza de salir. Las hijas de la víctima encontraron finalmente un poco de paz, pensando que la asesina estaba detenida. El accionar de la Dra. Attarian Mena, el profesionalismo de Di Marco y mi trabajo habían dado sus frutos. Estábamos  ansiosos y preparados para el Juicio Oral. Y nuevamente la sorpresa. Fabiana, la que tenía la cicatriz en el cuello, murió en el penal sin haber declarado quien era su cómplice ni haber dado ninguna otra información. El caso fue  relatado en varios medios de comunicación y esta foto expuesta. La prueba escrita con sangre.



Lic. Cristina Vázquez.

Conforme surge del apretado relato de la Licenciada en Criminalística, Cristina Vázquez, quien además es la Presidente de la ACRICIFO (Asociación Civil de Criminalística y Ciencias Forenses), este es un caso que fue resuelto por intermedio de la criminalística, pero por esas cosas de la vida, el juicio oral y público no llegó a realizarse, pues la imputada murió en forma violenta dentro de la Unidad Carcelaria en la que se encontraba en prisión cautelar, imputada del evento criminal narrado.

En el caso, se puede decir, que la prueba científica analizada correctamente, jugó a favor de la verdad, pues con la peritación de sangre, conforme fue expuesto por la Licenciada en Criminalística, llevó a un ignoto ante un Tribunal de Justicia y, aunque conforme se dijo, no se lo pudo juzgar, el suceso de alguna manera fue resuelto, es decir, el dilema de lo que sucedió se pudo descubrir, aunque no juzgar.

Así, ante la presencia de un caso criminal como el caso referido, hay tres caminos para arribar al conocimiento de la verdad real de lo ocurrido: 1) confesión (prueba confesional); 2) declaraciones testimoniales (prueba testimonial) y 3) información obtenida a través de las evidencias físicas (prueba pericial).

La función del “perito” está dada por un proceso de verificación de “evidencias físicas” a través de un método específico y científico y, si se trata de una ciencia reglada, siguiendo los criterios de dicha ciencia. El perito colabora en el descubrimiento de la verdad dando una opinión científicamente fundada sobre los hechos que le son sometidos a su conocimiento. El “perito” no es técnicamente un testigo, pues no relata ni trata de probar un hecho.  Por ello, cuando un perito es citado a declarar en un juicio oral y público, debe tener en cuenta que las palabras de Paul Camile H. Brouardel quien ha sostenido: “Si la ley te pide que declares como testigo, nunca dejes de ser un hombre de ciencia; tu misión no es vengar a nadie ni aniquilar a un culpable; tu misión es prestar declaración sin salirte jamás de tus conocimientos ni de tu experiencia científica”.

Con este último, lo que quiero decir es que, nunca un perito puede transformarse en juzgador.

En este caso en particular, se encontró en el domicilio de la víctima, por parte del equipo de criminalística, unas manchas de sangre que eran distintas a las demás –las que muestran las fotos-, se la preservó y se la fijó a través de la fotografía; luego al intervenir la Licenciada Cristina Vázquez, amplió las fotografías y pudo colaborar aportando la información que sirvió para que la Fiscal solicite la detención de la imputada y también requiera que la causa se eleve a juicio.

Obvio que esa no fue la única prueba, sino que esa mancha fue la prueba que sirvió para obtener un dato clave y orientar la investigación hacia esa mujer cuyo nombre era “Fabiana”; no cabe duda, dadas las circunstancias de modo, tiempo y lugar en que fue hallado el cuerpo, que esas manchas que indicaban a alguien fueron –escritas por la víctima antes de morir- y ello sirvió para orientar la pesquisa hacia esa mujer, lo que derivó en allanamientos, escuchas telefónicas y demás probanzas.

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