Home / Area / DOCTRINA EN DOS PÁGINAS Diario DPI Suplemento Personas no humanas Nro 08- 09.10.2018


DOCTRINA EN DOS PÁGINAS

El duelo en los animales no humanos

Por Hugo Zaragoza

Introducción

Una de las definiciones encontradas sobre el duelo, destaca que es el proceso psicológico que se produce a partir de alguna pérdida. Etimológicamente significa duellum o combate, dolus–dolor[1]. Es una experiencia emocional, universal, única y dolorosa que la mayoría de los científicos la atribuyen exclusivamente a los seres humanos – conciencia de mortalidad -.

Entre los científicos existe un prejuicio en contra de la idea de que los animales no humanos sientan dolor y sufran frente a la muerte de otro animal ligado por parentesco o por pertenencia al grupo.

A pesar de ello,  una creciente evidencia científica[2] sostiene la idea de que los animales no humanos son conscientes de la muerte y que pueden experimentar dolor y hasta realizar ritos a sus muertos.

Esta reciente historia, que conmovió al mundo entero, ha provocado afinidad y atracción por conocer las causas del dolor y el sufrimiento de J35, apodada Tahlequah, una madre Orca de 20 años, ante la muerte de su cría en las costas de Canadá del Océano Pacífico.

 Las Orcas son uno de los mamíferos socialmente más sofisticados del planeta. Viven en grupos matrilineales[3] que pueden incluir cuatro generaciones, donde las abuelas más ancianas son las líderes. Se sabe que las matriarcas pueden llegar a vivir casi cien años y son como parteras, niñeras, navegantes y maestras.

  1. Hechos

TAHLEQUAH  dio a luz a una cría hembra el 24 de julio de este año, luego de 17 meses de gestación, pero estuvo viva solo durante treinta minutos. La cría estaba desnutrida, por lo que no tenía suficiente grasa para mantenerse a flote.

Pero J35, el nombre oficial de la orca adulta proporcionado por el Centro de Investigación de Ballenas, no estaba lista para despedirse de su cría. Así que levantó el cadáver con su cabeza, que pesaba alrededor de 180 kilos, para evitar su hundimiento y lo cargó por las aguas del Pacífico durante 17 días  a lo largo de 1.600 kilómetros, en una muestra sin precedentes de duelo.

Aunque J35 seguía a su grupo, se negaba a dejar que el cuerpo de su cría se cayera al fondo del mar y los expertos piensan que es muy probable que lo hacía sin comer. Se ha observado a orcas y otras especies cetáceas cargando a sus muertos, pero casi nunca lo hacen durante más de un día.

Una bióloga que observó a J35 desde un barco aclaró que  “Si eres una ballena o un delfín, esto significa que tienes que bajar para recoger al animal que se está hundiendo, traerlo a la superficie y contener tu respiración durante el tiempo que puedas. Luego, básicamente, tienes que dejar caer a tu bebé solo para poder respirar”.[4]

            Cuando el cuerpo de su cría se hundía, J35 bajaba y la recuperaba para seguir expresando su dolor.

  1.  “La extinción se avecina”[5]

Las orcas fueron enlistadas como especies en peligro de extinción en Estados Unidos y Canadá hace más de una década. No están consiguiendo suficiente salmón Chinook, el cual es parte fundamental de su dieta. También son afectadas por la contaminación, el deterioro de su hábitat, el ruido y las capturas accidentales durante operaciones de pesca y la caza. Al carecer de depredadores naturales todas las amenazas son dependientes de la acción del hombre.

Hay 3 grupos identificados en la zona que comprende las aguas de Seattle, Vancouver y Victoria, en la Columbia Británica – los grupos J, K y L-. Los tres grupos cuentan con 75 ejemplares y si no hay un cambio drástico en las circunstancias, sus posibilidades de sobrevivencia son escasas ya que no han podido dar a luz a una cría sana en tres años.

  1. Duelo animales no humanos

Un creciente cuerpo de evidencia apunta a cómo los animales no humanos son conscientes de la muerte y realizan rituales a sus muertos.

Teniendo en cuenta que es común esta manera que tienen estos cétaceos para “velar” y proteger los cuerpos de sus crías, particularmente el caso de TAHLEQUAH, ha sido una de las exhibiciones más prolongadas de duelo de mamíferos marinos.

El científico Ken Balcomb del Centro de Investigación de Ballenas (CWR, The Center for? Whale Research) explicó al diario The New York Times que nunca “había visto a una ballena llorar por tanto tiempo” y que ella “sabe que el bebé está muerto, creo que esto es un duelo o una cosa ceremonial hecha por la madre. Ella no quiere dejarlo ir y probablemente haya perdido otros 2 (dos) desde su primera cría hace 8 años”.

Después de la muerte de la cría, un residente de la Isla de San Juan reportó que vio a J35 junto con otras 5-6 hembras de su grupo que se reunieron en la boca de una cueva y formaron un círculo pequeño cerca de la superficie, nadando en forma circular por casi dos horas.

Por su parte, Jenny Atkinson, directora ejecutiva de The Whale Museum en Friday Harbor, Columbia Británica, cree que el dolor que siente Tahlequah es más profundo porque, tras 17 meses de gestación, tuvo la oportunidad de establecer un vínculo emocional con su bebé antes de que muriera.

TAHLEQUAH no vivió sola su dolor, otras ballenas se acercaron a socorrerla y se turnaron para ayudarla a cargar a la cría muerta. La orca madre, así como el resto del grupo, era consciente de que el ballenato había muerto, por lo que este suceso se considera un ritual fúnebre, un acto de luto.

Desde el Centro de Investigación de Ballenas, aseguran que TAHLEQUAH sabía perfectamente lo que estaba pasando y el por qué lo hacía. La orca madre, así como el resto del grupo, era consciente de que el ballenato había muerto, por lo que este suceso se considera un ritual fúnebre.

3.1. Casos similares.

El duelo es natural y cultural para muchas especies de animales no humanos. La conciencia de la propia muerte o de un ser cercano está presente si solo sabemos observar, pero el vínculo de madre y cría es irrefutable.

Hay evidencia de que los elefantes[6] tienen rituales fúnebres. También en los primates no humanos, como los gorilas[7] o los chimpacés[8].

También se han observado comportamientos de conciencia sobre la muerte en animales como los delfines, gatos, perros[9], caballos, patos, urracas, pecaríes, cuervos, ratas, ratones, etc.

Históricamente, la ciencia ha subestimado el pensamiento y el sentimiento de los animales no humanos, pero ahora los científicos, con experimentos y grabaciones de video, están demostrando que piensan y sienten de manera más profunda de lo que pensamos.

Tal vez el modo en que expresamos el duelo sea exclusivo de nuestra especie, pero las descripciones de éste sentimiento en animales no humanos nos demuestran que no es un bastión exclusivo de la humanidad.

  1. Orcas en Argentina

En nuestro País, las Orcas están protegidas por ley de la Nación N° 25.052[10] del año 1998, que dispone:

“Prohíbese la caza o captura a través de redes o por el sistema de varamiento forzado, de ejemplares de orca (Orcinus orca) en todo el territorio nacional”.

La población de orcas es de sólo 32 ejemplares en la Patagonia Atlántica Argentina, y han despertado el interés científico por su método de caza, llamado “varamiento intencional” en donde encallan voluntariamente en las costas para capturar a su presa, generalmente crías de lobos y elefantes marinos.

Más allá de la espectacularidad de la estrategia, los intentos son muy arriesgados, ya que las orcas corren al peligro de quedar varadas en la orilla.

El guardafauna e investigador de cetáceos Roberto Bubas[11] señala que este extraño comportamiento de caza es un hecho cultural. Es una habilidad aprendida y no una característica instintiva e innata de la especie, por tanto, necesita ser transmitida de generación en generación.

Bubas, alejado del concepto tradicional de investigación científica en donde se recomienda evitar todo sentimiento de empatía hacía los sujetos que se pretende estudiar, sostiene:

 “Puedo decir que en todos estos años las orcas se convirtieron en mi familia del mar, y yo probablemente para ellas en el amigo humano de la costa. Y aunque esta forma de pensar pueda ser considerada ajena a los protocolos estrictos de la ciencia, la he alimentado con la certeza interior de que pudiera resultar en una contribución mayor para el mundo algún día.

  1. A modo de conclusión
  • El comportamiento y la dedicación de TAHLEQUAH es un claro ejemplo de los fuertes vínculos sociales que tienen los animales no humanos, especialmente en lo que respecta a la relación madre-hijo.
  • Sus vidas interiores merecen ser analizadas en sus términos y no en los nuestros, ya que tratar de interpretar sus comportamientos a través de la perspectiva humana puede ser engañoso e incluso perjudicial para ellos.
  • Los ecologistas no dudan en señalar a la actividad humana como el principal factor del deterioro del ecosistema y es la razón por la cual de destruyen los hábitat naturales de las distintas especiales de animales, incluso la nuestra, poniendo en serio peligro la mismísima existencia
  • El duelo no es exclusivo de los humanos. Los animales también tienen sentimientos, empatía, sensibilidad y demás cualidades que siempre han sido adjudicadas en forma exclusiva al ser humano.
  • Hay una relación directa entre el duelo y el amor. Para hacer duelo primero hay que haber amado, por lo tanto, reconocer el duelo en los animales no humanos es reconocer que son capaces de amar y de crear vínculos sociales.

 

[1] Diplomado de tanatología con enfoque Gestalt (2011)

[2] Declaración de Cambridge sobre la Conciencia (en inglés Cambridge Declaration on Consciousness). Es un manifiesto firmado en julio de 2012 en la Universidad de Cambridge (Reino Unido) durante una serie de conferencias? sobre la conciencia en los animales humanos y no humanos; la Declaración concluye que los animales no humanos tienen conciencia

[3] La organización social se basa en el parentesco materno

[4] Deborah Giles, bióloga que estudia orcas en la Universidad de Washington.

[5] Afirmó Ken Balcomb, el fundador del Centro de Investigación de Ballenas, sobre el futuro de las orcas.

[6] La vigilia de Tonie por su recién nacido. Los elefantes se interesan por el cadáver, vuelven repetidamente a él, o al lugar de enterramiento, examinan los huesos, muestran conducta altruista y compasión por el sufrimiento, y no sólo hacia familiares.

[7] Gana, una gorila que estaba en cautiverio en el zoológico de Münster, Alemania, lloró la muerte de su bebé y lo cargó sobre sus hombros, una imagen que también recorrió el mundo entero.

[8] James Anderson y su equipo de la universidad escocesa de Stirling observaron en un video a un grupo de chimpancés durante la agonía de “Pansy”, una hembra vieja del Blair Drummond Safari Park, Escocia. En los días anteriores a la muerte de la hembra, el grupo estuvo muy silencioso y le prestó mucha atención, y justo antes de morir fue acicalada y acariciada por sus congéneres.

[9] Es muy famoso el caso del perro japonés Hachiko que esperó a su dueño en la estación durante más de diez años hasta su propia muerte en la Estación Shibuya, Tokio.

[10] La ley fue reglamentada en el año 2003 -Decreto 598/2003- .

[11] Es guardafauna del área natural protegida Península Valdés desde 1992, año en que dio comienzo al monitoreo de la población de orcas de la Patagonia y sus estrategias de caza, proyecto de investigación declarado de Interés por la Legislatura de su provincia y becado por National Geographic Society.

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