Home / Area / DOCTRINA EN DOS PÁGINAS Diario DPI Suplemento Derecho Público Comparado Nro 06 – 15.03.2017


DOCTRINA EN DOS PÁGINAS

La lucha entre la soberanía popular y la supremacía legislativa en Gran Bretaña

Por Patricio Maraniello

Muchas veces se ha dicho que el pueblo es el único auténticamente soberano. ¿Pero en la práctica realmente es así?

El 23 de junio del año 2016, los británicos, a través de una consulta popular, apoyaron por mayoría salir de la Unión Europea (Brexit).

Pero allí no concluyó todo, pues se ha produjo un choque muy interesante, desde la visión académica, entre la soberanía popular y la supremacía parlamentaria.

Precisamente, el 03 de noviembre de 2016, el Alto Tribunal de Londres, con motivo de una acción presentada por Gina Miller[1], sentenció que el proceso de salida del Reino Unido de la Unión Europea requerirá el voto del Parlamento.

En respuesta a ello el Gobierno apeló la decisión y acudió directamente a la Corte Suprema. Los 11 jueces que la integran, tuvieron la oportunidad de decidir sobre un asunto que va al corazón de la Constitución no escrita del Reino Unido, es decir, tuvo que resolver si lo decidido por el pueblo a través del referéndum tiene una soberanía absoluta o, luego de una decisión popular debe expedirse el Parlamento, como último órgano decisor del Estado.

El 24 de enero de este año, ocho (8) de los once (11) jueces de la mayor instancia judicial británica, decidieron que deberá obtener la aprobación del Parlamento antes de poder activar el artículo 50 del Tratado de Lisboa, que reglamenta la salida de un país de la UE.

La Corte Suprema resolvió que el Brexit “producirá un cambio fundamental en el dispositivo constitucional británico al dejar sin efecto las leyes de la UE“. Para los jueces “la Constitución (no escrita) exige que semejantes cambios sean decididos por una ley parlamentaria“.

Pero no solo privó al pueblo de su soberanía en lo decidido en el referéndum, sino también al Gobierno, pues, según lo señalara el Máximo Tribunal de Justicia Británico, el hecho de que el Brexit prive a los británicos de ciertos derechos excluye también la posibilidad de que el Gobierno proceda “sin autorización parlamentaria“.

Debemos aclarar que cuando menciona al Parlamento no incluye a los parlamentos regionales de Escocia, Gales e Irlanda del Norte, con lo cual esto podría dar un argumento a Escocia para avanzar en sus ideas independentistas, si tenemos en cuenta que el 62% de los escoceses votó en contra del Brexit.

Retomando el interrogante inicial, con este fallo el Máximo Tribunal de Justicia, sentó un precedente muy polémico, pues dijo que “Los cambios legislativos necesarios para la aplicación del referéndum deben ser realizados de la única forma autorizada por la Constitución. Es decir, mediante la ley“.

Si bien, el 1° de febrero de este año la Cámara de los Comunes aprobó –con 498 votos a favor y 114 en contra– el proyecto de ley que autoriza al Gobierno a entablar negociaciones formales con la UE  sobre el Brexit –y seguramente la Cámara de los Lores continuará en esa misma senda[2]–, en Gran Bretaña quedó claro que el único soberano, por mandato de la Constitución (no escrita) es el Parlamento, ostentando la supremacía legislativa, que ni el Gobierno ni el pueblo mismo, puede alterar.

Finalmente, podemos decir que, aunque el Parlamento con dichas votaciones respeta la voluntad del pueblo británico, vemos que tiene el poder de veto ante la decisión del pueblo, olvidando de este modo que el único soberano es el pueblo y su voluntad no debe estar condicionada por ningún poder del Estado. Cabe recordar que en Inglaterra, esta lucha por la soberanía popular no es nueva, pues el Arzobispo de Canterbury Walter Reynolds en 1327 en un sermón de dirigido contra el rey Eduardo II de Inglaterra, expresó como único camino posible el seguir a la voz del pueblo, haciendo alusión a la expresión latina vox populi, vox dei.[3]

[1] Nacida en Guyana hace 51 años, es filántropa y dirige un fondo de inversión. Miller lleva meses bajo amenaza de muerte e insultos racistas por llevar a los tribunales la  exigencia de pasar previamente por el Parlamento la aplicación del Brexit.

[2] En caso de cambios, la última palabra quedará para los Comunes.

[3] Weir, Alison Queen Isabella: Treachery, Adultery and Murder in Medieval England New York: Ballantine 2005.

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