Home / Area / DOCTRINA EN DOS PÁGINAS Diario Ambiental Nro 184 – 01.02.2018


DOCTRINA EN DOS PÁGINAS

Argentina avanza hacia la circularidad (Parte I)

Por Adriana Norma Martínez y Adriana Margarita Porcelli*

 

El sistema de producción vigente se basa principalmente en un proceso lineal de consumo de recursos. Bajo el paradigma “take-make-waste” (“extraer-fabricar–consumir-eliminar”), los bienes son producidos a partir de las materias primas, luego vendidos, utilizados y finalmente desechados como residuos, ocasionando no solo el agotamiento de los recursos naturales sino también la generación de toneladas de basura. Alrededor de 65 mil millones de toneladas de materias primas entraron al sistema económico en 2010, y se espera que esta cifra crezca en 82 mil millones de toneladas en el 2020. Es muy probable que el panorama mundial se agrave, ya que la clase media global se multiplicará más que por dos de aquí a 2030, hasta alcanzar prácticamente los 5 mil millones de personas que se sumarán a los hábitos del consumo[1]. Según el informe del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de Naciones Unidas (2015) “Revisión de las Perspectivas de Población Mundial”, el planeta Tierra, que actualmente cuenta con unos 7.300 millones de habitantes, alcanzará los 8.500 millones en 2030, los 9.700 millones en 2050 y los 11.200 millones de personas para el 2100[2]. Por tanto y ante esta situación, surgen, con renovada fuerza, nuevos planteamientos para afrontar el necesario cambio de paradigma de la economía convencional mediante un nuevo modelo de producción y consumo sostenible que desvincule los ingresos del consumo de materias primas y que sea capaz de ofrecer sistemas económicos resilientes: a esto apunta la economía circular, la que se puede conceptualizar como una filosofía del diseño, de organización de sistemas inspirada en los seres vivos, que emula los ciclos de la naturaleza en la que los “desechos” de una especie se convierten en el “alimento” de otra y así sucesivamente en un sistema cíclico de autosuficiencia. Es un sistema industrial restaurador o regenerativo por intención y por diseño ab initio, que sustituye el concepto de “caducidad” por el de “restauración” distinguiendo entre ciclos técnicos y biológicos. En este tipo de economía, los recursos se regeneran dentro del ciclo biológico o se recuperan y restauran gracias al ciclo técnico. Los componentes del ciclo biológico son biodegradables, por lo que se pueden introducir en la naturaleza después que su valor de uso ya no sea rentable. Los componentes del ciclo técnicos son poco aptos para volver de inmediato a la naturaleza, por lo que son reutilizados una y otra vez, los que se diseñan para poder ser ensamblados y desmontados un gran número de veces, favoreciendo la reutilización de materiales y el ahorro energético. En una verdadera economía circular el uso sustituye al consumo, los residuos se convierten en las materias primas de un nuevo ciclo[3]. La economía circular se basa en tres principios claves: 1: preservar y mejorar el capital natural controlando reservas finitas y equilibrando los flujos de recursos renovables, 2: optimizar los rendimientos de los recursos distribuyendo productos, componentes y materias con su utilidad máxima en todo momento, tanto en ciclos técnicos como biológicos. Esto implica diseñar para refabricar, reacondicionar y reciclar- las tres R- y 3: promover la eficacia de los sistemas detectando y eliminando del diseño los factores externos negativos, el que incluye reducir los daños al uso humano y la energía requerida para este ciclo debería ser renovable por naturaleza. La economía circular trae aparejada una nueva relación entre los consumidores y las cosas ya que estos últimos acceden a los productos como usuarios, en lugar de apropiarse de ellos, como propietarios. Por otro lado, las nuevas tecnologías de la información y la comunicación dan lugar a modelos de uso cooperativo o las redes de colaboración y uso compartido que generan más interacción entre los usuarios, vendedores y productores. A diferencia de la economía actual basada en ‘comprar-y-consumir’, los productos duraderos son arrendados, alquilados o compartidos siempre que sea posible. Entre las empresas argentinas hay una tendencia creciente a incorporarse al circuito circular, así como funcionarios y especialistas avanzan en una agenda conjunta que incluya la Economía Circular para 2030. Justamente, el 11 de noviembre del 2017, se llevó a cabo la presentación del Programa de la Fundación Ellen MacArthur para la Economía Circular, organizada de manera conjunta por la red mundial de parlamentarios Globe International, la oficina para el Cono Sur de ONU Medio Ambiente y la Dirección General de Relaciones Internacionales de la Cámara de Diputados de la Nación argentina. Entre los ejemplos más destacados se pueden mencionar: a) Buenos Aires- Ciudad: fue seleccionada en los premios The Circulars 2016[4] en la categoría de altamente elogiada. A este respecto se puede destacar el funcionamiento, a partir del año 2013 de la Planta de Reciclaje de tratamiento de residuos áridos o “Residuos de la Construcción y Demolición” (RCD), la Ley Nº 1854 de Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos de la Ciudad conocida como “Ley Basura Cero” y cuenta con dos Centrales de Generación de Energía, emplazadas dentro del Complejo Ambiental Norte III que, gracias al proceso de transformación de los residuos, logran extraer el biogás que éstos producen, generando electricidad que abastece hasta 100.000 personas[5]. b) Proyecto Nilus: este proyecto argentino fue uno de los finalistas del Desafío Google.org que busca fomentar proyectos de innovación con impacto social. Varias ONGs se unieron al mismo, que conecta, a través de su plataforma de financiamiento colectivo, a empresas con excedentes de alimentos con comedores sociales, facilitando el transporte de esos alimentos a través de una comunidad de choferes particulares. c) Cervecería y Maltería Quilmes: a partir del lanzamiento del “Pacto Porrón”, aproximadamente 9 de cada 10 envases son retornables, así, cada 1000 litros de cerveza, se utilizan 966 botellas menos[6]. d) PwC Argentina: es la firma de servicios profesionales más grande del mundo. Los desarrollos tecnológicos, como el internet de las cosas, la robótica y las impresiones 3D, están colaborando con la recuperación de los desechos e) Rigolleau S.A.: esta empresa se dedica a la fabricación y comercialización de envases de vidrio y casi el 50% de la materia prima proviene de envases recuperados.

[*] Abogada, Escribana, Posgraduada en Derecho del Turismo UBA. Magister en Ambiente Humano. UNLZ. Profesora Adjunta Regular Departamento de la Facultad de Derecho Universidad de Buenos Aires. Jefa de la División Derecho. Profesora Asociada Ordinaria Universidad Nacional de Luján. info@anmart.com.ar

[1] Ellen MacArthur Foundation, Hacia una economía circular. Resumen Ejecutivo, Ellen MacArthur Foundation, 2014.

[2] United Nations, Department of Economic and Social Affairs, Population Division (2015). World Population Prospects The 2015 Revision. (ESA/P/WP.241). New York: United Nations.

[3] Ellen MacArthur Foundation, Hacia una economía circular: Motivos económicos para una transición acelerada, Ellen MacArthur Foundation, 2017.

[4] El Foro Económico Mundial y el Foro de Jóvenes Líderes Globales, en colaboración con Accenture Strategy, crearon The Circulars -Premios a la Economía Circular-, con el objetivo de reconocer las contribuciones de los gobiernos, las multinacionales y las pymes en la adopción de los principios de la economía circular.

[5]  Los Verdes-FEP, Economía Circular. Cómo mantenerse dentro de los límites ecosistémicos con equidad y satisfacción de derechos, Los Verdes, Buenos Aires, 2016.

[6] “La cerveza retornable, nuestra primera economía Circular”, La Nación, 05/06/2016. Disponible en: http://www.lanacion.com.ar/1905480-la-cerveza-retornable-nuestra-primera-economia-circular.

DESCARGAR ARTÍCULO