Home / Area / DOCTRINA EN DOS PÁGINAS Diario Administrativo Nro 179 – 28.11.2017


DOCTRINA EN DOS PÁGINAS

Gobierno inteligente: Cuatro esenciales para salvar al estado (Parte II)

Por Gustavo Sá Zeichen

2.- Inteligencia emocional (el corazón). El gobierno abierto

Esta inteligencia “humana”, por su parte, se relaciona con el autoconocimiento, la autorregulación, la motivación, la empatía y las destrezas sociales, institucionalizando la colaboración multidisciplinar, allanando las jerarquías y formando ambientes que fomenten la generación de nuevas ideas[1].

En nuestro modelo, el gobierno abierto representa ese modo de inteligencia estatal con efectos concretos en cuanto a empatizar, actuar colaborativamente y allanar las jerarquías. El Estado abierto es un Estado inteligente en tanto consciente de sus falencias y carencias, que acude a la sociedad para –juntos- cooperar en lograr mejores resultados: más apertura de información y transparencia, más consultas a la ciudadanía, permitir un mayor involucramiento y una más amplia colaboración del ciudadano llegándose a instancias de empoderamiento –co-creación- en determinados casos[2].

3.- Inteligencia física (el cuerpo). La “mejor regulación” (“better” o “ regulation”)

Esta categoría de inteligencia se refiere a la posesión de “buenos nervios” para abordar los numerosos desafíos simultáneos y complejos que se nos presentan.

En nuestro modelo, una buena salud se representa en una buena regulación. La “contextura física” que permita al Estado pasar de soportar los cambios a ser motor de ellos, se refleja en que logre adecuados modos de regulación de los fenómenos con los que le corresponde enfrentarse.

La “mejor regulación” [3] resulta el componente “físico” de la inteligencia de un Estado. Es la toma de conciencia de que el marco regulador tiene un fuerte impacto en los ciudadanos, en las empresas y en la economía; e implica que los gobiernos valoren cuál es el instrumento más adecuado y, en caso de que sea una norma, que ésta cumpla los principios de una regulación de calidad.

Para la OCDE[4], los gobiernos deben comprometerse con la calidad regulatoria, previendo objetivos y marcos claros para la implementación a fin de asegurar que, si la regulación se emplea, los beneficios económicos, sociales y medioambientales justifiquen los costos. Señala dicha organización que una regulación de calidad debe: ser comprensible y clara, y las partes deben poder entender fácilmente sus derechos y obligaciones; tener presentes los principios de gobierno abierto, considerando la transparencia y la participación en el proceso regulatorio a fin de asegurar que la regulación sirva al interés público y esté informada de las necesidades legítimas de los afectados, e integrar la Evaluación de Impacto Regulatorio (EIR) al proceso de diseño de políticas públicas para formular proyectos regulatorios nuevos[5]. Esencial en esta materia el concepto de “simplificación” y reducción de cargas administrativas y burocráticas.

En este punto resulta esencial una reforma del régimen de procedimientos administrativos en la Argentina[6], que tenga en cuenta el impacto de las nuevas tecnologías en la gestión y tenga por norte la simplificación de los procesos, procedimientos, carga administrativa para los ciudadanos, la utilización de “nudges”[7], etc.

4.- Inteligencia inspirada (el alma). El Buen Gobierno

Finalmente, el que entendemos que se trata del componente más trascendente, ya que refiere al “sentido”.

Dice Schwab que este tipo de inteligencia se vincula con la continua búsqueda de significado y propósito, elevando el impulso a una nueva conciencia, colectiva y moral, basada en el sentimiento compartido de destino, permitiendo que la innovación se dirija al bien común, con base en la confianza, la que se consolida si “quienes toman las decisiones están integrados en una comunidad y la adopción de decisiones siempre persigue el interés común y no objetivos personales”[8].

El “Buen Gobierno” busca y promueve el interés general, la participación ciudadana, la equidad, la inclusión social y la lucha contra la pobreza, respetando todos los derechos humanos, los valores y procedimientos de la democracia y el Estado de Derecho, y tiene como principios: a. El respeto y reconocimiento de la dignidad de la persona humana. b. La búsqueda permanente del interés general. c. La aceptación explícita del gobierno del pueblo. d. El respeto y promoción de las instituciones del Estado de Derecho y la justicia social[9], además de la ética y la transparencia. Es ratificar la idea de que el hombre es el centro de cualquier sistema.

En síntesis, resulta sesgado hablar de un “Estado inteligente” sin abordar el concepto desde esta visión de estos cuatro pilares esenciales. Proponemos una profundización y una sabia combinación de estos cuatro elementos, que le otorgará al Estado un “IQ de gobernanza” más elevado, para salvarlo de quedar atrapado en un pasado del que le será cada vez más difícil salir.

 

 

[1] Conf. SCHWAB, cit. págs. 135 y 136.

[2] Para mayor abundamiento ver la página de la Alianza para el Gobierno Abierto https://www.opengovpartnership.org/. También de ELENA, Sandra y el autor del presente “Justicia abierta: nuevos canales de comunicación entre la justicia y la ciudadanía”. En AAVV, revista Aportes para el Estado y la Administración Gubernamental. Año 23, Nro 33, Asociación de Administradores Gubernamentales, Bs. As., 2017, pag. 269 y ss.

[3] BAIGES I PLA, Emma; GIBERT I BOSCH, Arseni; PELLISÉ de URQUIZA, Cristina y TORNABELL I GONZALEZ, Isabel. “Better Regulation: una estrategia ineludible. N° 2”. ESEADE, Barcelona, 2008, pag. 15 y 16.

[4] OCDE. Recomendación del Consejo sobre política y gobernanza regulatoria. 2012. Accesible en http://www.oecd.org/gov/regulatory-policy/Recommendation%20with%20cover%20SP.pdf.

[5] Ver del autor “La contratación pública como un instrumento de política pública basado en el mercado, reflexiones acerca de algunas pautas para su regulación, e particular, la administración electrónica y el mejor gobierno”. En Revista de Derecho Público, 2014-I. Las regulaciones estatales de la economía en la Argentina I. Rubinzal Culzoni, Santa Fé, 2014, pags 293/343.

[6] En este punto no puede soslayarse el ya referido Decreto 894/17 –BO 2.11.17-, y el Decreto 891/17, que aprueba las “Buenas Prácticas en Materia de Simplificación”, en una auspiciosa línea de política regulatoria.

[7] “Nudge” es un pequeño empujón motivacional que puede ser objeto de regulación para conseguir un objetivo. El reciente Nobel de Economía Richard Thaler trabajó fuertemente el concepto. En materia de regulación, esos nudges pueden ser aplicables tanto a los ciudadanos como al propio Estado, generando esos “empujoncitos emocionales” a empleados y funcionarios. En este último caso, un tema interesante es la modificación del rancio principio del “silencio negativo” por el del “silencio positivo”, generando la obligación del funcionario de expedirse –fundadamente- para rechazar una petición, dentro de un plazo, caso contrario será responsable de la aceptación “ficta” de la petición del ciudadano.

[8] SCHWAB, Cit, pag. 139.

[9]  Código Iberoamericano de Buen Gobierno, Punto I ap 2 y 4. http://old.clad.org/documentos/declaraciones/codigoiber.pdf/view

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