Home / Area / DOCTRINA EN DOS PÁGINAS Diario Administrativo Nro 178 – 21.11.2017


DOCTRINA EN DOS PÁGINAS

Gobierno inteligente: Cuatro esenciales para salvar al estado (Parte I)

Por Gustavo Sá Zeichen

La revolución digital es, tal vez, el único cambio disruptivo de paradigma en la historia de la humanidad que ha tomado impulso por su cuenta sin que el Estado (el poder estatal en general) pueda lograr el control efectivo del proceso. Normalmente ante una revolución, o el Estado tomaba control o la revolución pasaba a ser el nuevo status quo de poder formal. Nada de eso pasa con la revolución silenciosa. Por primera vez en la historia el Estado perdió el control absoluto sobre movimientos que no puede abarcar, regular, enmarcar, y tampoco el poder disruptivo intenta ocupar ese espacio de poder. Es por eso que el Estado ha quedado rezagado en materia de regulación y control de la problemática y, desde lo jurídico, es que siempre se encuentra a la saga de los acontecimientos, en una situación de perplejidad, sin saber cómo, cuándo, de qué manera y con qué intensidad regular el fenómeno, que posee “vida propia” y encuentra formas de autoregulación en una dinámica que muchas veces deja de lado al Estado. Cuando se abrió la “caja de Pandora”[1], se inició un proceso en el que aún hoy el Estado no logra retomar el control. Y tal vez nunca lo retome completamente.

Por su parte, los cambios son profundos y abarcativos: repercuten en el Estado, pero poseen un rango de impacto mucho mayor, afectándose a la sociedad, a las instituciones y a las mismas personas.

En definitiva, el Derecho va detrás de los avances tecnológicos sencillamente porque el Estado es el que va detrás de la revolución digital[2].

Esto permite deducir que si el Estado no se reformula, no se reinventa, no se vuelve a diseñar desde otras bases, tendrá un futuro de pronóstico reservado, donde habrá una creciente complejidad en la articulación  con la sociedad y con los ciudadanos. El Estado cuenta por ahora con su “necesariedad”, pero la ciudadanía es cada vez más autónoma. Difícilmente desaparezca –en tanto posee el mandato de lograr eficazmente el bien común-, pero si no se somete a una reinvención, quedará cada vez más disminuido y desfasado de los verdaderos vectores de funcionamiento de las cosas y por ende, alejado de su propósito fundacional.

Por otro lado suele hablarse en los últimos años de “gobierno inteligente”. Se trata de esos conceptos comodín que quedan bien donde se coloquen, pero que muchas veces no logran ser conceptualizados correctamente.

Creemos que el modo que posee el Estado para poder reasumir su rol central dentro de un escenario global donde prevalece la revolución digital y del conocimiento, pasa precisamente por transformarse en un “gobierno inteligente”. Para poder avanzar, entonces, deberíamos encuadrar ese concepto.

Klaus Schwab propone movilizar la sabiduría colectiva de las mentes de las personas para poder enfrentar de manera significativa los desafíos[3]. Tomo esa idea, y propongo al Estado hacer lo mismo. El citado autor habla de cuatro tipos de inteligencia que deben aplicarse: la contextual (la mente); la emocional (el corazón), la inspirada (el alma) y la física (el cuerpo)[4].

En primer término: ¿puede el Estado ser tratado como un “ser inteligente”?. Creo que si, al menos en los términos aquí propuestos. En ese caso, ¿de qué manera puede desarrollar estas cuatro inteligencias?.

Entiendo que hay cuatro herramientas esenciales que bien pueden representar a cada una de estas inteligencias, y que deben ser asumidas y profundizadas por el Estado, debiendo ser impulsadas e implementadas de manera articulada[5].

1.- Inteligencia contextual (la mente). El gobierno digital

Esta inteligencia opera previendo las nuevas tendencias y sacando las conclusiones apropiadas, basándose en el valor de las “redes”, entendidas como relaciones de conexión estrechas y colaborativas. Es preciso agilidad mental y social, acercándose a los problemas y a los retos de manera integral, flexible y adaptativa[6].

No es del caso aquí describir este esencial[7], aunque es posible advertir que el gobierno electrónico implica para el Estado que lo adopta de modo serio y como política de Estado, una modificación real y profunda del modo de posicionarse en el medio en el que le toca desarrollarse: cambia su manera de “razonar”, cambia su modo de operar y modifica profundamente su forma de relacionarse con los ciudadanos. Le permite consolidar su integración interna y afianzar una interacción óptima con el ciudadano, logrando una mayor eficacia en el uso de recursos, especialmente en la información obtenida del medio y de su propio accionar. El gobierno digital –con la aplicación de herramientas como la informatización de procedimientos y documentos, y la inteligencia artificial, big data y data mining, entre otros-, permite al Estado procesar con óptima eficacia la enorme masa de datos disponible, para poder resolver más eficazmente los problemas que debe encarar, haciéndolo de modo más integral, flexible y adaptativo.

 

[1] Podemos poner fecha a ese acontecimiento: el 23 de agosto de 1991, cuando Sir Tim Berners-Lee abría la primera página web al público en la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN). Ese día se celebra hoy como “el día del Internauta”.

[2] Señala Schwab que “Los gobiernos también deben adaptarse al hecho de que el poder está desplazándose, del Estado a los agentes no estatales y de instituciones establecidas a redes independientes. (…) Los gobiernos están cada vez más afectados por esta naturaleza cada vez más transitoria y evanescente del poder” (SCHWAB, Klaus. La cuarta revolución industrial. Debate, Bs. As., 2017, pág. 91 y 92.

[3] SCHWAB, cit. pag. 135.

[4] Desde luego que sé que el Estado es una persona jurídica y que carece de dones tales como el alma y el espíritu, al menos en los términos que desarrollamos esas ideas para los seres humanos. Sin embargo, sirve la alegoría para desarrollar nuestra tesis y, además, no podemos dejar pasar que el Estado, en definitiva, es una estructura creada, gestionada y desarrollada por personas.

[5] Para la idea de las cuatro inteligencias y su descripción general, sigo a SCHWAB, cit, pag. 135 y ss.

[6] Conf. SCHWAB, cit. 135 y 136.

[7] Para mayor abundamiento, del autor, ver “La Administración Pública, el Derecho Administrativo y las Nuevas Tecnologías: El caso de las contrataciones electrónicas en el Estado”. En libro homenaje a Julio Comadira  AA.VV.  Julio Pablo Comadira y Miriam Ivanega, Coord. Ad Hoc. Bs. As. 2009, pag. 403 y ss.; “La aplicación de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones a las adquisiciones del Estado. Las contrataciones públicas electrónicas”. Publicado en El Dial el 10/09/08. El Dial DCF02; “El procedimiento administrativo electrónico en la reforma a la Ley de Procedimientos Administrativos”. En La Ley CABA. Dir. Jorge Alterini. Año 7/Número 04/agosto 2014, entre otros.

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