Home / Area / COLUMNA DE OPINIÓN Diario Constitucional y Derechos Humanos Nro 189 – 21.05.2018


COLUMNA DE OPINIÓN

Sobre la patria, ante el próximo 25 de Mayo

Por Jorge H. Sarmiento García

Se ha puesto de resalto que nuestra época es alérgica al tema del patriotismo y que si se habla de dicha virtud es para ridiculizarla, como si se identificara con el “patrioterismo”, o para prevenir contra sus exageraciones, como los peligros de un nacionalismo exacerbado o el riesgo del chauvinismo; y suele acentuarse sólo ese -en realidad- casi inexistente peligro, sin decir nada de los aspectos positivos del patriotismo, que es una virtud noble. Por ello, en un tiempo donde el arraigo y el sentido de patria se han diluido casi hasta perderse, próximos a un nuevo aniversario del 25 de mayo de 1810, nos ocuparemos del tema.

Patria, etimológicamente, señala la tierra donde vivieron y murieron los padres, pero la expresión se utiliza en un sentido más amplio que, por cierto, no se reduce -como algunos conciben- a una especie de empresa comercial en gran escala, desde que tiene contenidos telúricos, históricos, espirituales e intelectuales. Sus raíces se ubican en un determinado lugar, se nutre en un pasado forjador de bienes de todo tipo -especialmente espirituales- que se deben cuidar y acrecentar para las futuras generaciones; implica proyectos de empresas culturales y políticas comunes.

Por su parte, patriotismo es amor y virtud; así:

  1. a) La patria suscita en quienes la tienen por suya, un amor complejo que ha analizado García Morente: amor al pasado -amor histórico, filial, de gratitud-, amor actual -amor conyugal, de fidelidad-, amor de futuro -amor paternal, de sacrificio-.
  2. b) Como virtud, el patriotismo es -puntualiza Vigón- un complejo de gratitud, servicio y sacrificio, a cada uno de cuyos ingredientes se liga una gama de exigencias que constituyen los deberes para con la patria.

En este sentido, Jovellanos, maestro del buen decir, escribía que el patriotismo es “aquel noble y generoso sentimiento que estimula al hombre a desear con ardor y a buscar con eficacia el bien y la felicidad de su patria tanto como la de su misma familia; que le obliga a sacrificar no pocas veces su propio interés al interés común; que, uniéndole estrechamente a sus conciudadanos e interesándoles en su suerte, le aflige y le conturba en los males públicos y le llena de gozo en la común felicidad”.

El patriotismo -amor a la propia comunidad política, moral e histórica-, en razón de la caridad en las relaciones internacionales, debe ser mesurado sin caer en un chauvinismo jacobino y excluir a los demás pueblos, ni pretender que ellos amen a nuestra comunidad como aman la suya o como nosotros amamos la nuestra, ni mucho menos despreciarlos. En este sentido, el Concilio Vaticano II aduce que a los gobiernos “…nada les aprovecha trabajar en la construcción de la paz mientras los sentimientos de hostilidad, de menosprecio y de desconfianza, los odios raciales y las ideologías obstinadas, dividan a los hombres y los enfrenten entre sí”.

La verdadera caridad se extiende a todos los hombres y pueblos, pero con orden y mesura; primeramente, al propio país; después, a los demás, así como también debemos amar en primer lugar a nuestros padres y luego a nuestros vecinos. Es que en el “ordo charitatis” debe respetarse el “ordo justitiae”, el cual demanda que amemos a los demás según la medida de su proximidad respecto a nosotros; y recordamos que se ha expresado que la ley del amor es la ley de concreción, es decir que no se ama lo que no se conoce y se ama menos lo que se conoce menos. Por eso, el patriotismo exige no posponer la paz interior o la legítima prosperidad de la propia comunidad a la felicidad de otros pueblos.

Y me parece bien traer a cuento aquí lo que escribiera Leonardo Castellani:

“El párroco hace un sermón el 25 de mayo donde dice que el patriotismo es una virtud, yo no voy a contradecir al párroco. El párroco funda su dicho en que Cristo lloró sobre Jerusalén, lo cual prueba que amaba a su patria. ¿La amaba todavía? ¿O la compadecía solamente?… El patriotismo puede ser una virtud y puede también no serlo. El chovinismo o patrioterismo es un vicio. Y hay casos en que el patriotismo se vuelve imposible, y se reduce a la ´compasión`. Un hijo no puede amar a su madre degradada, si no es compadeciéndola. Se puede decir que hoy día más de la mitad de la población total del globo no ama a su patria o la ama en falso… El patriotismo tal como hoy lo entendemos (adhesión apasionada a un estado nacional llevada a un límite casi religioso) es una vivencia relativamente reciente; se puede decir que Juana de arco en el siglo XIII lo formuló, en el siglo XVI se hizo común; y después de la Revolución Francesa, universal y oficialmente ´obligatorio`. Pero ese afecto no es unívoco, y puede darse en cinco estados muy diferentes, a saber: … El patriotismo instintivo, que es el núcleo o raíz de todos los otros, es el apego a las imágenes que nos son familiares y que han tejido desde la infancia nuestra vida afectiva; el cual en los animales se llama querencia, engendra la añoranza y es natural en el hombre, si algotro no lo impide: es natural, no es ni bueno ni malo en sí mismo. Lo instintivo en el hombre es natural, no es ni bueno ni malo en sí mismo y puede volverse moralmente bueno o malo, según se ordene o no se ordene por la razón. Los instintos son premorales. No ordenado por la razón, este apego natural se vuelve vicioso; deviene esa infatuación un poco ridícula por la cual el patriotero exalta a su país en forma vana por encima de todo, para despreciar a los demás países, y tenerse él mismo por una gran cosa por el mérito de haber nacido casualmente en tal lugar de la tierra y no en otro; y otras macanas por el estilo que pueden degenerar en la idolatría del ultra-nacionalismo … Así como puede ser exagerado, el patriotismo instintivo puede ser cohibido o inhibido por una pasión contraria; que es lo que pasa con estos comunistas y socialistas. ´Soy ciudadano del mundo`, dice Álvaro Yunque, y otros muchos. Si los embarcaran a todos en un carguero y los descargaran en la isla de Sumatra –la cual pertenece al mundo- al poco tiempo la mayoría tendría una añoranza o morriña mortal de los cafés de la calle Corrientes, el castellano les parecería la lengua más hermosa del mundo, y se pondrían a llorar si vieran un ´trapo` azul y blanco. El patriotismo es virtud cuando ese apego natural a lo propio entra en los ámbitos de la razón; y es una virtud moral perteneciente al cuarto mandamiento, cuando se ama a la patria por ser patria o paterna; y es una virtud teológica que ingresa en el primer mandamiento cuando además se ama a la patria por ser una cosa de Dios; y así tenemos el patriotismo común y el patriotismo heroico, que poquísimos poseen hoy día. Así siempre se puede amar a la patria, por fea, sucia y enferma que ande; y así amó Cristo a su nación, que era ´una cosa de Dios` literalmente, y por propia culpa estaba por dejar de serlo; de modo que su amor era compasión; y así la obra de ese amor fue conminación y consejo, antes que fuera demasiado tarde: no le dijo requiebros sino amenazas, desde el bordo abrupto que domina por el Norte la ciudad de Jerusalén. Y lloró sobre ella. Hoy día el régimen capitalista y el Estado totalitario (la tiranía, digamos su antiguo nombre) han vuelto muy difícil si no imposible el amor a la patria. Hemos dicho que solamente se pueden amar las cosas lindas; y si yo soy proletario –como de hecho lo soy- sé perfectamente que todas las cosas lindas que tiene este país o cualquier otro no son para mí de ninguna manera, ni siquiera remota. Entonces, por más cosas lindas que vea, no producirán admiración o atracción en mí sino más y más resentimiento, a no ser que un gran amor a Dios me sobreponga a estos afectos naturales… ´La injusticia multiplicada destruirá la convivencia`, dijo Jesucristo; y la convivencia es el grado más bajo y el fundamento de la amistad social; el grado que constituye esencialmente las patrias. Si los sujetos que viven en un mismo campo de concentración geográfica se odian cordialmente unos a otros, no se puede decir que allí exista patria; porque ´si no amas a tu prójimo, al que ves, ¿cómo amarás a la patria a la cual no ves?`. En amor al prójimo se resuelve prácticamente el amor a la patria; y si no es amor al prójimo, nada es”.

Para finalizar: cuando en 1987 san Juan Pablo visitó la Argentina, nos dejó en sus discursos una serie de hitos con los cuales intentó marcar el camino que debemos recorrer para restaurar una auténtica argentinidad, de los cuales recordamos que es necesario amar a la patria, ejercer esa hermosa virtud que los antiguos llamaban “piedad” y que hoy la denominamos “amor a la patria o patriotismo”; que la Argentina tiene que seguir siendo un país hospitalario y amigo de los inmigrantes, habiendo sabido acoger a los que venían y éstos a su vez han encontrado una nueva patria a la que han aportado la herencia de sus lugares de origen; y que los argentinos tenemos que instaurar una auténtica reconciliación para poder construir una patria de hermanos.

Y el 25, ¡Feliz día de la Patria!

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